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El craneo de Tamerlan
Sergey Baksheev


La maligna energГ­a del crГЎneo de TamerlГЎn ha provocado guerras y millones de muertos en la historia. Poseer el crГЎneo da poder. Al menos, eso cree un montГіn de fanГЎticos. El estudiante Tikhon Zakolov tiene una lucha a muerte con varios de esos fanГЎticos que desean conseguir el crГЎneo.





El craneo de Tamerlan



Sergey Baksheev



© Sergey Baksheev, 2020



ISBNВ 978-5-4498-5667-8

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Sergey Baksheev

EL CRANEO DE TAMERLAN


La novela



Traductor de ruso: Oscar Zambrano Olivo

PresentaciГіn

La maligna energГ­a del crГЎneo de TamerlГЎn ha provocado guerras y millones de muertos en la historia. Poseer el crГЎneo da poder. Al menos, eso cree un montГіn de fanГЎticos. El estudiante Tikhon Zakolov tiene una lucha aВ muerte con varios de esos fanГЎticos que desean conseguir el crГЎneo.




1.– Moscú. El Kremlin. 1962


El regordete dedo Г­ndice del secretario general del CC del PCUS[1 - CC del PCUS: ComitГ© Central del Partido Comunista de la UniГіn SoviГ©tica.] apartГі la pesada cortina. Nikita Sergeevich Khrushchev mirГі aВ travГ©s de la gran ventana. El cielo triste de ese Octubre de 1962В agobiaba aВ MoscГє. El viento frГ­o arrastraba nubes color metГЎlico desde occidente. Esas nubes gordas trataban de atrapar las estrellas rojas de las puntas de las torres del Kremlin. En cualquier momento podГ­an estallar truenos. Y podГ­a esparcirse la desagradable neblina con ayuda del viento.

Una inestabilidad similar habГ­a en el alma del secretario general. De la decisiГіn que tomara ahora dependГ­a la suerte del planeta. En la habitaciГіn contigua esperaba la orden el ministro de defensa. El jefe del comando de misiles estratГ©gicos se rascaba las manos de la impaciencia. Ahh, como me gustarГ­a disparar estos cohetes patriГіticos, que pusimos en Cuba, aВ la madriguera del imperialismo, los Estados Unidos de AmГ©rica. Las fuerzas armadas de la gran UniГіn SoviГ©tica estaban listas como el sprinter en los tacos de salida. Los submarinos con sus cabezas nucleares colocados cГіmodamente frente aВ Washington, los pilotos en las cabinas de los bombarderos estratГ©gicos se turnaban, las escotillas de los compartimientos de los cohetes balГ­sticos estaban abiertas. Todos esperaban las Гіrdenes del comandante supremo Khrushchev.

En la vГ­spera, el BurГі PolГ­tico habГ­a aprobado los escenarios por las provocaciones del adversario. El ministro de relaciones exteriores habГ­a preparado un discurso sobre el necesario golpe de respuesta y los embajadores en paГ­ses amigos habГ­an recibido instrucciones detalladas sobre el tratamiento de la crisis del Caribe.

Pero el secretario general estaba tomando demasiado tiempo para decidir. El esperaba el paquete, de vida o muerte, que le traerían de Samarkanda. Nikita Sergeevich recordaba muy bien las misteriosas palabras de Stalin, dejadas caer, en una de las sobremesas de su estrecho círculo de allegados: “El Talismán de la Guerra, – pronunció en voz baja el bigotudo dueño de la mitad de Europa y de Asia y entonces, con malicia, arrugó los ojos y terminó la frase. – Es el Talismán de la Victoria”.

Con el ГЎnimo caГ­do, Khrushchev se mirГі la uГ±a mordida. En minutos de nerviosismo le volvГ­a, invariablemente, la costumbre infantil de meterse un dedo aВ la boca. Con irritaciГіn, su mano gorda sostenГ­a la cortina. El secretario general dirigiГі su mirada al pomposo reloj de piso con el escudo de la UniГіn SoviГ©tica y lleno de piedras preciosas.

Grigori Averianov, general de la KGB, enviado aВ una misiГіn secreta en Samarkanda, se demoraba en volver. Г‰l debГ­a traer al Kremlin una reliquia temible, una reliquia que tenГ­a una enorme fuerza mГ­stica. Si solo la tocara, Khrushchev estarГ­a listo para tomar una decisiГіn, crucial para el paГ­s y para todo el planeta: dar la orden aВ los mariscales impacientes que ya tenГ­an diecisiete aГ±os nostГЎlgicos por las acciones guerreras grandes.

Khrushchev levantГі la bocina de uno de los innumerables telГ©fonos que tenГ­a en su escritorio y preguntГі:

– Donde está Averianov? – El nervioso dedo del secretario general estaba en una comisura de los labios.

– Nikita Sergeevich, el avión está aterrizando en Vnukovo[2 - Uno de los aeropuertos de Moscú.]. – El asistente reportó suavemente.

– Bueno. – suspiró el secretario general y se mordió la punta de la uña.

Con mucha prestancia, Grigori Averianov saltГі del aviГіn militar aВ la pista del aerГіdromo, sin esperar aВ que pusieran la escalerilla. El chorro de aire que generaba la gran hГ©lice golpeГі al general. El tratГі de mantener el equilibrio pero, al parecer, la edad le jugГі una broma. El cuerpo regordete del general se cayГі sobre su lado izquierdo de tal manera que la banda roja decorativa del pantalГіn se separГі de Г©ste y quedГі batiГ©ndose en el aire inelegantemente. El general se soltГі en una sarta de improperios, que ademГЎs se le habГ­an acumulado en el corto e inГєtil viaje aВ Uzbekistan.

El “Volga” negro dio vuelta frente a la trompa del avión y se dirigió hacia el general que se levantaba sacudiendo, nerviosamente, el abrigo que se ensució. De la puerta del chofer saltó un joven teniente de la seguridad del estado, cuyos rasgos recordaron ligeramente el severo perfil de Averianov y se apuró a recoger la gorra caída del general.

– Donde puede estar ahorita ese maldito profesor? – sin responder al saludo, bramó el general.

– En su sitio de trabajo, en el instituto de paleontología. —

– Vamos para allá. Rápido! – ordenó Averianov y tiró la gorra en el asiento trasero del auto.

– Llamo al grupo de apoyo, camarada general? —

– Tu por quien me tomas, hijo? De este infeliz me encargo yo solo. Averianov no perdona a quienes tratan de engañarlo! —

El automГіvil nuevo con placas oficiales pasГі sin problema por la alcabala vigilada del aeropuerto y se dirigiГі hacia MoscГє por el camino que estaba solitario. El teniente Grigori Averianov se inclinГі hacia el abrigo polvoriento del general Averianov. Preguntarle algo aВ su padre alterado, despuГ©s que este habГ­a hecho un viaje inГєtil aВ Samarkanda, era peligroso. Solo notГі que el general sacГі la pistola de la incГіmoda funda y se la puso en la cintura habiendo comprobado el cargador. DespuГ©s de eso el general, cansado, cerrГі los ojos. Las preocupaciones se le marcaban en el entrecejo.




2.– Baikonur. La residencia estudiantil. 1979


Tikhon Zakolov observaba, con interés, a la moteada araña cazadora que se preparaba para el salto. A este gran ejemplar, con bandas blancas y negras en el lomo, le venía muy bien el nombre de Zebra Spider. Tikhon había tomado la “cebra” de ocho patas de una pared de un café cerrado que había en la playa del río Sir Daria, y la había traído a la residencia.








Ahora la araГ±a estaba aВ la expectativa en el travesaГ±o superior de la ventana con la cabeza hacia abajo. Un par de ojos grandes en el centro de la cabeza y otros seis aВ los lados seguГ­an unas moscas de verano que chocaban estГєpidamente contra el vidrio. Apenas una mosca se detuvo en Г©l, la araГ±a se impulsГі con dos pares de sus patas traseras y en un vuelo medido cayГі sobre la vГ­ctima y la prensГі con sus enormes tenazas. Los hilos de su tela sostuvieron aВ la araГ±a cazadora en el vidrio liso.

El flaco narizГіn de primer aГ±o Dmitri Kushnir apareciГі y, tГ­midamente, entrГі en la habitaciГіn.

– No te da miedo vivir con ese monstrico? – Se interesó Dmitri, observando como la araña cebra se encargaba de la mosca.

– Es una belleza. – Respondió Tikhon. – Su destreza la puede envidiar cualquier insecto. Esa araña saltadora es una excelente atleta. Esa no construye una red y espera por horas su presa. Ella solo cuenta con su destreza, caza en las paredes y nunca se cae. Imagínate que una persona pudiera hacer esas cosas. A propósito, en América sacaron una película acerca de un hombre araña. En ella lo representan como un héroe bueno. Y eso es correcto.

Tikhon mirГі comprensivamente aВ Dmitri. Un par de meses atrГЎs habГ­a defendido al muchacho desgarbado de unos malandros borrachos y desde ese momento se ganГі el aprecio del buen ajedrecista que era Dmitri.

Cuando llegГі al tercer aГ±o en el instituto, Zakolov ya se habГ­a dado cuenta que no tenГ­a contendientes dignos en ajedrez, ni en el instituto, ni en la residencia. Eran pocos los que deseaban perder continuamente y aВ Tikhon no le gustaban las victorias fГЎciles. Dmitri Kushnir era el campeГіn de ajedrez de Tashkent entre los adolescentes. Para jugar con Г©l, Tikhon necesitaba todo el cerebro. Ese ejercicio intelectual lo excitaba y una victoria difГ­cil lo llevaba aВ un estado de Г©xtasis.

Esta vez, en vez de un tablero de ajedrez, Dmitri tenía en la mano un periódico, doblado al tamaño de un sobre. Tímidamente desdobló el periódico y, con un dedo, señaló un artículo grande en la última página del periódico de Tashkent, “Juventud Oriental”.

– Mira, un artículo de mi hermana. —

Bajo la columna: “Lo evidente— lo improbable” se destacaba el título:

LA MALDICION DE LA TUMBA DE TAMERLAN

La firma en la parte inferior resaltaba: Tamara Kushnir.

– Tu hermana es periodista? – preguntó Tikhon ligeramente asombrado.

– Estudia en la facultad de comunicación social de la universidad. Bueno, estudiaba. – Dima añadió, con cierta tristeza. – La expulsaron después de que escribió este artículo…. En cuarto año. Y destruyeron todos los ejemplares del periódico. —

– Todos? – Tikhon señaló el que tenía en la mano.

– Fue el único que quedó. Tamara lo tomó de la tipografía. Hizo mucha bulla alardeándose. El tiraje no salió a la venta. Y destituyeron al redactor-jefe. A la casa vinieron a buscar el ejemplar, pero Tamara consiguió disimularlo y conservó el artículo. Tomaron los borradores que ella había hecho y se fueron. —

– Que hay ahí de sedicioso? Un llamado contra el poder soviético? —

– No! Que te pasa? Yo no entiendo. Léelo tú. —

Tikhon se quedГі mirando al muchacho preocupado y se imaginГі la figura encorvada como un signo de interrogaciГіn. Entonces le propuso:

– Juguemos una partida de ajedrez. Para conspirar. —

– Ajá. Voy a traer el tablero. – Dmitri se apuró a salir, pero cerca de la puerta se detuvo. – Pero, del artículo, tú no le digas a nadie…. —

– No te preocupes…. Cerramos la puerta. —

Tikhon alisГі la hoja de papel y se enfrascГі en la lectura.

“Yo iba al encuentro de esta persona y no me imaginaba el misterio que me iba a transmitir. Inicialmente me había hecho a la idea de conversar con el conocido camarógrafo de cine, de Uzbekistan, Malik Kasimov, acerca de tomas fotográficas en el frente de la Gran Guerra Patria[3 - El nombre ruso para la 2ª. Guerra Mundial.]. Como se arriesgaba la vida, en el calor, en el frío, para fijar el rostro de los soldados en la película cuando iban al ataque, en los sangrientos combates con los fascistas, el instante de las victorias y la tristeza de la muerte.

Sin embargo, desde el mismo principio, la conversaciГіn con el camarГіgrafo, en su casa de Tashkent, cogiГі otro rumbo.

– Usted sabe que yo pude evitar la Gran Guerra patria? – Con voz triste me preguntó.

– Usted pudo detener una guerra que duró cuatro años y que se llevó la vida de decenas de millones de seres humanos? – Me confundió.

– Si yo hubiese tenido la firmeza y la decisión, la guerra no hubiese comenzado. —

Después de esas palabras tan intrigantes, yo fui toda oídos. Que historia mítica me contó el laureado en arte de la República Soviética de Uzbekistan, y yo no tenía ninguna base para poner en duda sus palabras.”

Dmitri Kushnir regresГі con el tablero de ajedrez, comenzГі aВ colocar las piezas pero, de pronto recordГі y regresando aВ la puerta, la cerrГі con llave.

– Es tu turno de jugar con las blancas. – le dijo a Zakolov y se sentó frente a él.

Tikhon, quien preferГ­a las partidas abiertas, automГЎticamente moviГі hacia adelante el peГіn del rey y continuГі la lectura.

“Iosif Vissarionovich Stalin tenía en muy alta estima al genio de la guerra y señor de Asia, el emir Timur, mejor conocido por el nombre de Tamerlan. En su libro de historia, Stalin subrayó que, justamente, los ejércitos del emir cojo vencieron a la Horda de Oro, gracias a lo cual, Rusia, finalmente, se liberó del yugo mongol. Entonces el deseo de buscar la tumba del gran guerrero dominó la mente de varias generaciones de científicos. Pero la decisión de la expedición la tomó Stalin personalmente en el año 1941. Además de los historiadores, lingüistas y arqueólogos que estaban en la expedición, fue incluido el conocido antropólogo Guerasimov. A partir del cráneo de Tamerlan, él debía reconstruir el rostro del gran guerrero.

El grupo expedicionario llegГі aВ Uzbekistan en junio de 1941. Como camarГіgrafo yo fui con el grupo de cientГ­ficos. Yo debГ­a filmar todas las etapas del momento histГіrico.

En aquel momento nadie sabГ­a exactamente donde estaba enterrado Tamerlan. Unos pensaban que Г©l descansaba en su ciudad natal Shakhrizabz. AllГЎ hay un mausoleo, en el cual, todavГ­a en vida del emir, Г©l ordenГі construir una tumba profunda. Pero Tamerlan muriГі durante un recorrido en China en el aГ±o de 1405. Y el jefe de la expediciГіn, el acadГ©mico Kary-Niazov estaba convencido que al emir no lo llevaron de vuelta aВ su paГ­s sino que lo enterraron en el camino en Afganistan. Sin embargo, Guerasimov insistiГі en hacer las excavaciones en Samarkanda.

ExistГ­a la teorГ­a de que Tamerlan poseГ­a una colosal densidad de energГ­a negativa. Su biocampo electromagnГ©tico de una fuerza enorme le permitiГі tomar el poder y, en un corto tiempo, conquistar decenas de paГ­ses, destruir cientos de miles de enemigos y construir el mГЎs grande imperio en los espacios abiertos de Asia. Su poder, al igual que su crueldad, no tenГ­a lГ­mites. Con la muerte de Tamerlan la energГ­a desapareciГі y el enorme imperio se dispersГі en kanatos separados. Inclusive aВ su amado nieto, el inteligente Ulugbek, lo ejecutaron, de manera indigna, cortГЎndole la cabeza.

Pero la energía, por las leyes de la física, no desaparece. Ella se transforma, o….

Con estas palabras, Malik Kasimov, significativamente, seГ±alГі con el dedo hacia abajo.

O, los restos de Tamerlan conservaron la gigantesca energía mítica.”

Tikhon Zakolov separГі el artГ­culo de sus ojos, ponderГі la situaciГіn en el tablero e hizo un movimiento con un alfil. Kushnir respondiГі con un peГіn y dijo:

– Por ahora nuestra partida repite la partida española del campeonato del mundo entre Karpov y Korchnoi en Baguio. —

– Y ahí, quien ganó? —

– Fue empate. —

– El empate no me satisface. – Y Tikhon movió la reina hacia adelante de manera agresiva.

– Esa jugada está contra la teoría.—

– Nadie lleva arañas a su casa. Y a mí me gusta. —

Con temor, Dmitri mirГі hacia la araГ±a Zebra, la cual estaba cazando la segunda mosca, y se concentrГі. Tikhon siguiГі leyendo el artГ­culo.

“Guerasimov creía en la fuerza energética del gran emir. Él sabía que en 1925, un científico, físico él, había medido un fuerte campo electromagnético alrededor del mausoleo Gur Emir en Samarkanda, el cual, el mismo Tamerlan ordenó erigir en honor de su nieto caído. Muchos habitantes de la localidad contaban sobre fenómenos inexplicables que ocurrían en las cercanías del bello pero inquietante mausoleo. Por eso se decidió empezar las excavaciones en Gur Emir, que además, en la traducción, eso significa mausoleo del Emir.

Durante mГЎs de cinco siglos nadie habГ­a irrumpido en el santuario del clan de Tamerlan, que comprendГ­a nueve tumbas. Las excavaciones comenzaron el 16В de junio de 1941. Se movieron desde las tumbas mГЎs lejanas hacia el centro. Primero, abrieron las tumbas de los hijos de Ulugbek. El 18В de junio removieron los restos del nieto de Tamerlan, el gran sabio Ulugbek. En esto no hubo ninguna duda. Era conocido que Ulugbek habГ­a sido decapitado por sus investigaciones cientГ­ficas. En la tumba, el crГЎneo estaba aparte y un Guerasimov contento mostraba las vГ©rtebras del cuello, cortadas.

El trabajo se desarrollaba lentamente. Las placas de las tumbas eran pesadas, y aВ veces los cabrestantes no las aguantaban y era necesario mover las lГЎpidas manualmente. AВ la tumba central, donde se suponГ­a estaba enterrado Tamerlan, se llegГі temprano en la maГ±ana del 21В de junio.

Yo estaba grabando con mi cГЎmara y observГ© en el objetivo un creciente brillo blanquecino parecido aВ la niebla. No sГ© quГ© era, un polvillo oВ vapor, pero en los dГ­as anteriores no habГ­a sucedido algo similar. Cuando levantaron la lГЎpida, el lugar comenzГі aВ llenarse intensamente de un extraГ±o aroma, parecido al incienso oriental. Muy acre, pero aВ la vez, agradable y embriagador. Junto al olor irreconocible bajo tierra se extendГ­a una sensaciГіn de ansiedad, y despuГ©s, la ansiedad se transformГі en una escasez de aire. La gente comenzГі aВ asfixiarse. Los obreros hicieron algГєn movimiento torpe, la loza se agrietГі y, repentinamente, se apagaron todas las luces. Mi cГЎmara se apagГі sin ninguna razГіn aparente. Un terror primitivo nos dominГі y todos corrimos hacia la salida. El jefe de la expediciГіn se sobrepuso y controlГі el pГЎnico. Entonces propuso un descanso.

Con las piernas temblorosas todavГ­a salГ­ aВ la calle y me dirigГ­ al salГіn de tГ© mГЎs cercano. Para ese momento ya todo Samarkanda sabГ­a de las excavaciones en el mausoleo Gur Emir. En la plaza se habГ­an reunido muchos curiosos, la mayorГ­a de los cuales no gustaba de lo que estaba sucediendo. En el salГіn de tГ© estaban tres ancianos de barba blanca en batas y gorritos caracterГ­sticos de la zona. Uno de ellos tenГ­a un libro muy antiguo y lo trataba con mucho cuidado. Cuando este Гєltimo vio al joven de pantalones negros de tela suave y camisa blanca, oВ sea, aВ mГ­, cuando yo salГ­a del mausoleo, me preguntГі:

– Probablemente tú eres el jefe. Ya tu gente abrió la tumba de Tamerlan? —

– Apenas comenzaron. —

Se levantГі y me tomГі de la mano. Su frente fue surcada por profundas arrugas y sus ojos mostraron una preocupaciГіn genuina:

– Entonces no es tarde para corregir el error. Diles que detengan el trabajo. Los huesos de Tamerlan no deben sacarse de la tumba. Si lo hacen va a comenzar una gran guerra. Está escrito aquí. —

El anciano abrió el libro gordo y desvencijado que tenía en las manos. En una página amarillenta vi una frase en árabe. Mi mamá me había enseñado a leer el Corán y yo comprendí lo que estaba escrito: “Aquel, que toque las cenizas del gran Tamerlan, despertará al Demonio de la Guerra”.

– No toquen a Tamerlan. – de nuevo advirtió el anciano. – Si lo hacen, comenzará una guerra grande y se derramará mucha sangre. —

Yo recordé lo que había sucedido cuando se movió la pesada lápida de la tumba del cruel guerrero y comencé a sentirme mal. El viejo enigmático se me pareció al brujo del cuento cuando le advertía al héroe: – Si te vas a la derecha, pierdes el caballo; si te vas a la izquierda, se te torcerá la cabeza. —

Yo le creГ­ y entonces fui aВ buscar al jefe de la expediciГіn, Kary-Niazov. Este vino, se rio de los viejos y los llamГі ignorantes. Los orgullosos ancianos se fueron. Sus rostros sabios no mostraban insulto, sino tristeza y dolor.

Yo comprendГ­ que se desarrollaba algo irreparable y decidГ­ pedirle aВ los ancianos grabar con la cГЎmara el libro con la profecГ­a. Yo vi que habГ­an doblado la esquina y en un instante estuve ahГ­. Pero ya habГ­an desaparecido. Literalmente se habГ­an disuelto en el aire caliente de junio.

Los trabajos recomenzaron para la apertura de la tumba de Tamerlan, y por la tarde, jubiloso, Guerasimov extrajo los huesos de la pierna derecha donde se veГ­a una protuberancia en la rodilla. HabГ­amos encontrado al Gran Cojo. Enseguida, el antropГіlogo levantГі, cuidadosamente, el crГЎneo de Tamerlan. Todos callaron. Yo tomГ© la cГЎmara. Las Гіrbitas vacГ­as del crГЎneo exudaban una presiГіn frГ­a. Hubo un momento en el cual esas Гіrbitas brillaron. Yo retrocedГ­ y perdГ­ el enfoque. Me pareciГі que Tamerlan me mirГі aВ los ojos y se sonriГі burlonamente.

En la radio, en las noticias vespertinas, informaron sobre nuestro descubrimiento, pero fueron pocos los que se alegraron. Por la maГ±ana, en la radio inglesa, informaron de la invasiГіn de Hitler aВ la UniГіn SoviГ©tica. La profecГ­a del libro antiguo se hizo realidad.



Malik Kasimov bajГі la cabeza y se cubriГі los ojos con las palmas de las manos.

– Usted realmente cree eso? – le pregunté, tratando de sacarlo de sus pensamientos.

– Por supuesto! Enseguida después del anuncio de la guerra, telefoneamos al primer secretario del partido comunista de Uzbekistan y le contamos sobre las predicciones de los ancianos. Él nos gritó, que debíamos haberlo llamado el día anterior y no dejar a los ancianos desaparecer con el libro y que ahora toda la responsabilidad recaía sobre nosotros. – Kasimov bajó la cabeza y murmuró: – Y yo quise llamarlo en aquel momento pero no me decidí. Pude haber detenido la guerra, pero… —

Yo hice el amago de buscar en mi cartera para que el viejo pudiera, sin que yo lo viera, limpiarse las lГЎgrimas. El viejo se disculpГі y continuГі:

– Suspendieron la expedición. Guerasimov voló a Moscú con el cráneo de Tamerlan. Después yo trabaje como camarógrafo en el frente. No me abandonaba la sensación de que el dolor y la muerte a mi alrededor sucedía por mi culpa. Nosotros dejamos salir al demonio de la guerra y ahora todo el país paga por eso. Yo siempre estaba pensando como detener nuestras derrotas en los frentes. En 1942 tuve la oportunidad de hablar con el comandante Georgy Zhukov. Yo le conté sobre Tamerlan y le pedí que le comunicara a Stalin que era necesario regresar los restos del gran combatiente a su tumba. Zhukov me creyó. Los restos de Tamerlan fueron de nuevo enterrados en diciembre del año 42. Y enseguida comenzó el contraataque en Stalingrado. Ese fue el comienzo de la gran victoria.

– Pero después de eso, la guerra continuó, todavía, tres años. —

– Yo pensé en eso y, más tarde, encontré la respuesta. —

El famoso camarГіgrafo de cine se callГі y mirГі hacia un lado. Hizo un movimiento como si quisiera continuar la conversaciГіn. Yo aprovechГ© la pausa para tomar una foto como ilustraciГіn para el artГ­culo.

Malik Kasimov desaprobГі con la cabeza.








– Con esta luz usted no obtendrá una buena foto. —

DespuГ©s, en la redacciГіn, me di cuenta de que Г©l tenГ­a razГіn. Rechazaron la foto.

Nos despedimos. Ya en el umbral de la puerta recordГ© que no tuve respuesta aВ la Гєltima observaciГіn.

– Yo creo que usted quería agregar algo. —

Kasimov, de nuevo, empezГі aВ susurrar:

– Me di cuenta de un detalle importante. En 1942 no regresaron todos los restos a la tumba. El cráneo de Tamerlan fue re-enterrado más tarde, a final de 1944. Yo estoy convencido de que el demonio de la guerra estaba concentrado, justamente, en él. Después de eso nuestra victoria ya fue inevitable. —

– De nuevo taparon el ataúd? – enseguida supe que era una pregunta tonta.

El camarГіgrafo se sonriГі enigmГЎticamente y me hizo atravesar la puerta.

En mi casa y durante mucho tiempo me puse aВ ver las ilustraciones en el libro de historia. Desde un pequeГ±o dibujo, me miraba el rostro terrible del todopoderoso emir Tamerlan. Rostro reconstruido por el antropГіlogo Guerasimov, aВ partir del crГЎneo hallado.

SerГ­a posible que esa fuerza maligna del conquistador de Asia se conservara hasta despuГ©s de su muerte?

Y en la siguiente página del libro de historia aparecían unas reproducciones del cuadro de Vasily Vereschaguin “Apoteosis de la guerra”, el cual pintó en Asia Media después de estudiar las guerras de Tamerlan. En el cuadro se representa una enorme pirámide de cráneos humanos y muchos cuervos volando sobre ella.

Yo había visto ese cuadro en la Galería Tretyakov. En su marco se puede leer la frase: “Se dedica a todos los grandes conquistadores: los del pasado, los del presente y los del futuro”.









3.– El Instituto de Paleontología. 1962


El paleontГіlogo, profesor Alexander Simeonovich Efremov, se movГ­a nervioso dentro de la estrecha oficina. En los vidrios redondos de sus anteojos se reflejaba, oВ la luz de la lГЎmpara de escritorio, oВ los ГЎngulos del marco de la ventana. La punta de la barba canosa y bien arreglada le tocaba el pecho con frecuencia y en la frente habГ­a arrugas de preocupaciГіn.

La razГіn de la creciente intranquilidad de Alexander Simeonovich fue una llamada telefГіnica tempranera que lo regresГі instantГЎneamente al lejano aГ±o 44, cuando Г©l, junto al, entonces, mayor de la seguridad Grigori Averianov cumplГ­a un encargo secreto para Stalin. Hoy, Grigori Averianov es general y le exigiГі que lo acompaГ±ara en un viaje corto aВ Samarkanda para un asunto conocido de los dos. Examinando las noticias de los periГіdicos acerca de la crisis de los misiles en el Caribe entre la URSS y USA y ligГЎndolas con la llamada inesperada, el profesor comprendiГі completamente. Para no ir, habГ­a convencido al general de que estaba enfermo, pero lo tranquilizГі diciГ©ndole que no tendrГ­a ningГєn problema en recuperar el TalismГЎn deseado. En eso quedaron.

Pero el profesor sabГ­a que la prГіrroga que habГ­a obtenido era por un dГ­a nadaВ mГЎs.

Ese era el tiempo que tenГ­a para pasarle el misterio peligroso aВ una persona de confianza. Los familiares y colegas no contaban, ellos serГ­an los primeros sospechosos. PodГ­a ser una persona casual, pero tal, que no fuera necesario explicarle sobre la terrible fuerza de ese objeto no comГєn. Las ideas se le movГ­an aВ chispazos. Hacia el mediodГ­a Alexander Simeonovich recordГі al operador de cine Malik Kasimov de Uzbekistan aВ quien habГ­a conocido durante las excavaciones en Gur Emir en Junio del 41. Ellos no se habГ­an visto desde aquellos tiempos, pero Kasimov lo habГ­a llamado hacГ­a poco desde Tashkent para pedirle una entrevista para alguna revista. Г‰l informГі que pronto vendrГ­a aВ MoscГє en una comisiГіn e inclusive dejГі el nГєmero de telГ©fono del estudio de cine donde iba aВ estar.

El profesor encontrГі el papel con el nГєmero de telГ©fono y llamГі desde una caseta telefГіnica de la calle. Mientras llamaban al operador de cine, Efremov, nerviosamente, miraba aВ todos lados y recordaba, asombrado, la sangre frГ­a que tuvo entonces, en el 44, cuando pudo engaГ±ar, Г©l solo, aВ la todopoderosa KGB. Malik Kasimov se alegrГі por la llamada y se excusГі por no haber llamado antes, pero, hasta el dГ­a anterior habГ­a estado muy ocupado en el estudio de cine. Alexander Simeonovich le dijo que lo esperaba e hizo menciГіn aВ un secreto importante y que, por lo tanto, le pedГ­a que viniera solo. Al profesor le convenГ­a completamente que ya hubiera anochecido, porque todos los colegas ya habГ­an abandonado el edificio del instituto de paleontologГ­a.

El encuentro no llegó a realizarse. Alexander Simeonovich Efremov se acercó una vez más a la ventana y miró a través de ella cuando oyó el frenazo de un automóvil. Del “Volga” negro brillante saltó un hombre en uniforme de general, el cual miró con rabia hacia la única ventana iluminada que había en el instituto. El profesor retrocedió. Por la mirada de desconfianza característica él enseguida reconoció al funcionario de la KGB Grigori Averianov.

“Rápido, los aviones despegan.” – se dijo el profesor con abatimiento, se retiró penosamente y, cansado, bajó a su puesto de trabajo.

Desgraciadamente, Kasimov se retrasГі. Ya todo habГ­a terminado. El general llegГі antes y en tres minutos estarГ­a aquГ­. Si el secreto terrible lo obtienen los militares se desencadenarГЎ una gran guerra por el dominio mundial. La KGB puede sacarle secretos aВ la gente. El profesor estaba consciente de que su cuerpo era demasiado dГ©bil para resistir mucho tiempo aВ esos profesionales. Ellos podГ­an exprimirle todo. Y despuГ©s, la catГЎstrofe mundial! El Гєnico chance que habГ­a para evitar todo era su propia muerte.

Efremov se acomodГі los lentes y entrГі en agitaciГіn. Y si me lanzo por la ventana? VolviГі aВ la ventana y, cuidadosamente, ponderГі la situaciГіn. No es muy alto. Las probabilidades de morir inmediatamente son muy pocas.

Al otro lado de la calle vio la alta y delgada silueta de Malik Kasimov con la bandolera de la cГЎmara de cine atravesada en el pecho. Г‰l notГі al profesor en la ventana y levantГі la mano para saludarlo. El cineasta se retrasГі solo unos minutos!

“Pronto estará Kasimov aquí. Puede ser una oportunidad!”

El cerebro del cientГ­fico trabajaba con furia.

“Yo no debo llevarme el gran secreto. Estoy obligado a dejar una pista, con la cual, una mente curiosa puede alcanzar la meta”

Ahora no podГ­a gritar. El profesor hizo gesticulaciones enfГЎticas hacia Kasimov y se volteГі. Los ojos del profesor miraron amorosamente el cuadro que estaba colgado detrГЎs de su sillГіn. Г‰l mismo lo habГ­a pintado justo despuГ©s de su regreso, hacГ­a dieciocho aГ±os, de Asia Central. El cuadro estaba colgado, especialmente, entre otros igualmente extraГ±os, de tal manera, que ninguno se destacaba particularmente. El profesor se alegraba de que nadie comprendiera su pintura abstracta. AВ la Гєnica persona sobre la tierra que Г©l querГ­a explicar su significado hoy, era aВ Malik Kasimov. Pero no tenГ­a tiempo.

“Todavía tengo unos minutos. No puedo explicárselo personalmente, pero si dejarle una pista.”

Efremov se lanzГі hacia los estantes de los libros y tomГі el libro que necesitaba. TomГі un lГЎpiz y trazГі en la portada unas lГ­neas rectas que se cortaban entre sГ­. El profesor quedГі satisfecho con el grГЎfico y puso el libro en el centro de la mesa pero antes colocГі una nota, con el nombre del cineasta, dentro de Г©l. DespuГ©s se lanzГі hacia la mesita de la laboratorista, hurgГі en la gaveta y volviГі con una polvera. Alexander Simeonovich la abriГі y la puso sobre el libro de tal manera que su amada pintura se reflejara en el espejito redondo de la polvera.

Por los pasillos del instituto se oГ­an las pisadas resueltas de las botas gruesas.

“Tengo que distraer a los vinieron a buscarme.”

Alexander Simeonovich Efremov saliГі de la oficina. El camino hacia la salida principal estaba bloqueado por dos siluetas oscuras, en uniforme militar, que venГ­an caminando por el pasillo. El anciano profesor se dirigiГі hacia el interior del instituto. Le dieron la voz de alto, pero Alexander Simeonovich apurГі el paso. Г‰l conocГ­a bien la distribuciГіn interna de salas y corredores del instituto. Pero en todo el instituto se multiplicaban las exposiciones debido al cierre del museo paleontolГіgico. Enormes esqueletos de animales antiguos ocupaban la galerГ­a y la sala central. Esqueletos, un poco mГЎs pequeГ±os, se amontonaban en corredores y oficinas. Otros ejemplares colgaban de las paredes y los techos. Todo eso eran genuinos hallazgos recogidos todos estos aГ±os durante la existencia del instituto. El mismo Efremov participГі, personalmente, en muchas expediciones. AdemГЎs de esqueletos de representantes de la fauna, se encontraban restos de personas. AВ veces el profesor se encontraba con un poder energГ©tico de esos restos humanos. Pero lo que encontrГі en el aГ±o 44, sobrepasaba, por bastante, lo que habГ­a visto hasta ese momento.

El profesor considerГі cuidadosamente las oscuras siluetas. Los que lo perseguГ­an, con las armas listas, iban decididos sin poner atenciГіn aВ las figuras expuestas.

– Efremov! Deja de jugar al gato y al ratón! Detente!. – gritó el general de la KGB y pateó la cola de unos huesos antiguos que estaban atravesados en el camino. Los grandes huesos de las vértebras rodaron por el piso con mucho ruido.

AВ causa del ruido se le contrajo el corazГіn al profesor. Entonces se dirigiГі al oscuro y ancho pasillo que llevaba aВ la puerta de servicio, por la cual, frecuentemente descargaban los hallazgos mГЎs grandes. Esa Гєltima pequeГ±a esperanza, abrir la puerta y escaparse, le dio fuerzas. Contando con su conocimiento del lugar se apurГі en la oscuridad confiando en escapar de sus perseguidores. Pero no consiguiГі ganar la carrera. No vio una pesada caja que estaba atravesada, se golpeГі la rodilla y cayГі. Unas manos fuertes lo agarraron por el cuello, lo maltrataron y lo sacaron aВ la luz en la sala grande.

– Miserable, me engañaste! —

El viejo Averianov dio un fuerte puГ±etazo en el estГіmago al profesor mientras Averianov el joven lo sostenГ­a por la espalda para que no cayera.

– Donde está? —

– Allá, donde siempre estuvo. – exhaló el profesor.

– Allá no está! Esa es una falsificación! Donde está el verdadero? —

– Yo no comprendo de que está hablando, camarada gene….. —

– Comprendes muy bien. – Averianov hundió con fuerza el cañón de la pistola en el hígado al científico. – Te voy a golpear, si no hablas. Después volaremos a Samarkanda y si me engañas de nuevo, vas a morir de una muerte horrible. Eso, yo te lo prometo. Ya tenemos especialistas que saben de eso. Entonces, dónde está? —

– Espere un momento. – El profesor consideró si ya Malik Kasimov habría llegado a la oficina y ya habría tenido tiempo de ver las señales que le dejó. Sus cálculos decían que ya debía estar ahí.

– Ningún momento! Habla! —

Un nuevo golpe obligГі al profesor aВ retorcerse. Alexander Simeonovich hizo fuerza para levantar una mirada turbia. En el rincГіn, desde el techo, colgaba un crГЎneo blanco de un tigre dientes de sable con dos colmillos opacos, afilados como cuchillos. Un extremo de la cuerda, que sostenГ­a la cabeza, estaba atado aВ la pared, aВ tres metros del profesor. AdemГЎs de la paleontologГ­a el profesor conocГ­a bien las leyes de la fГ­sica y las matemГЎticas. EstimГі la altura y el centro de gravedad del objeto colgado. CalculГі el punto en el piso, el tiempo y la distancia. Cuando el cГЎlculo fue comprobado tres veces, el profesor se relajГі.

– Suéltenme, les diré todo. —

El general hizo una seГ±a aprobatoria y el teniente aflojГі los dedos.




4.– Una clase de ajedrez


Zakolov apartГі el periГіdico e hizo su siguiente jugada en el tablero de ajedrez.

– Curiosa coincidencia. —

– Alfiles en el mismo color? Significa que no hay empate. – Como siempre, cuando Dmitri Kushnir jugaba, solo pensaba en ajedrez.

– Yo me refiero al destape de la tumba de Tamerlán, que coincidió con el comienzo de la Gran Guerra Patria.

– Si eso hubiera sido una simple coincidencia, a mi hermana no la hubieran botado de la universidad y al redactor no lo hubieran botado del periódico. —

– Eso es correcto, – asintió Tikhon. – Además destruyeron todo el tiraje del número. Quien se enteró de esta información es muy peligroso. —

– Para el estado! —

– Por qué tan categórico? —

– Porque se volvieron locos, botaron gente y los órganos de seguridad investigaron! – Dmitri se sobreexcitó y cometió un error en su siguiente jugada.

– Tranquilízate. Si no, vas a perder. —

– Mira la tontería que cometí. Como que me toca rendirme! —

– Nunca hay que entregarse. —

– Pero en esta situación! – Dmitri señaló el tablero, decepcionado.

Tikhon considerГі la posiciГіn de las piezas e hizo la siguiente proposiciГіn:

– Volteemos el tablero, o sea, tu juegas con las mías y yo con las tuyas. —

– Seguro? —

– Seguro! —

– Tú quieres consentirme, no? —

– Yo nunca le limpio los mocos a los bebés. Yo les enseño la vida. – Tikhon volteó el tablero. – Continúa jugando con las blancas. —

Ocho jugadas pasaron en absoluto silencio. Cuando Zakolov hizo su novena jugada, Kushnir saltГі como escaldado:

– No me imaginé esta posición! Perdí! Segunda vez que pierdo en la misma partida. —

– Es una lección para ti, Dmitri. Nunca debes rendirte. Inclusive en las situaciones más desesperadas. En primer lugar porque el adversario puede equivocarse. —

– No me equivoqué. Yo jugué de acuerdo a la teoría! —

– Y en segundo lugar, en el último momento, al borde del abismo, tú puedes ver la solución salvadora, la cual no habías notado. —

Tikhon esperГі aВ que el entristecido estudiante de primer aГ±o guardara las piezas y cerrara el tablero de ajedrez para preguntarle:

– Ahora dime, para que me mostraste ese artículo prohibido? —

– Para pedirte que ayudes a mí hermana. La juzgaron en una reunión secreta del partido y la expulsaron del Komsomol[4 - Komsomol: Así se llamaba a la Juventud del Partido Comunista (PCUS) de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).]. Todos dijeron que ella deformó la historia, que despreció la victoria del pueblo en la Gran Guerra Patria e hizo propaganda de misticismo y religión. —

– Que tiene que ver la religión en esto? —

– No sé. Nadie ha visto el artículo. Del comité local bajaron la orden de buscarlo, pero nada. Hasta las mejores amigas de Tamara la abandonaron. —

– Y que dice el cineasta Kasimov? —

– Se asustó y no dice nada. Teme perder la pensión. Tamara, al principio, se preocupó mucho. Ahora, ella quiere buscar el cráneo de Tamerlán por su cuenta, medir su campo energético y demostrar sus afirmaciones. Ella es valiente y tenaz. Pero necesita a alguien que la ayude. —

– Y tú? —

– Yo que? – Dmitri, expresivamente, abrió y levantó los brazos.

– Dmitri, en la escuela, aparte de estudiar a que te dedicabas? —

– Como era lo debido con los niños judíos de bien, tuve que aprender música, badminton y ajedrez. En opinión de mi mamá, esos eran los componentes fundamentales de un desarrollo armónico. —

– Tocabas violín? —

– No, la viola. —

– Te gustaba? —

– La odiaba. —

– Y por qué lo hacías? —

– Mi mamá me obligaba. —

– Al menos te puso a funcionar el cerebro. Agradécele a tu mamá, al menos, por eso. —

– Ya mi mamá no está. Y mi papá tampoco. – Lo dijo con tristeza. – Ya hace un año vivimos solos, mi hermana y yo. —

Tikhon callГі, esperando que Kushnir hablara de sus padres, pero Г©ste, hablo de nuevo de la hermana:

– Por supuesto yo puedo aconsejar a mi hermana. Pero más nada! Además de cerebro, probablemente se necesitará fuerza, decisión y, – Dmitri se contuvo un poco, – una audacia temeraria. —

– Por lo que me dices, supongo que yo tengo todas esas cualidades. —

– Tikhon, yo ya oí sobre tus aventuras con los malandros y el asesino aquél. Si allá resolviste, aquí será mucho más fácil. No me digas que tú no quieres que venza la justicia? Yo sé que vas a ir a Tashkent. —

El muchacho se preparГі bien para esta conversaciГіn, pensГі Zakolov. AВ la muchacha la castigaron injustamente. Y efectivamente Г©l iba aВ ir aВ Tashkent. En el comitГ© del instituto habГ­an repartido pasajes gratis para el tren turГ­stico Tashkent-Samarkanda-Bujara-Khiva. Tikhon y Alexander Evtushenko habГ­an decidido ir para ver las curiosidades del Asia media. El viaje estaba previsto para los dГ­as de vacaciones de Noviembre.

– La maldición de la tumba de Tamerlán. – Una vez más Tikhon, mentalmente, leyó el título. El artículo le había interesado. Estaba escrito de una manera muy amena y a una persona, no tan despistada, debería producirle una fuerte impresión. – Pero, sabes, yo no creo en el misticismo. —

– Algo semejante ya había sucedido. Mira la notica al final del artículo. —

Al final del artГ­culo se encontraba el agregado:

LA TERRIBLE VENGANZA DE TUTANKAMON

“Hay historias conocidas y otros sucesos, después de la apertura de las tumbas faraónicas, en los que se hicieron realidad unas maldiciones enigmáticas. El misterio de los faraones egipcios perturba a la humanidad hasta ahora. En 1922 fue hallada la famosa tumba del faraón Tutankamon. En la entrada del santuario los arqueólogos detectaron una advertencia: “La muerte alcanzará a todo aquel que perturbe el descanso del Faraón”. Pero esto no los detuvo. Al lado del sarcófago los científicos vieron la tablita que decía: “El alma de nuestro Faraón le torcerá el cuello al intruso de la tumba como si fuera el cuello de un ganso”. Pero los arqueólogos ingleses no se sintieron identificados con intrusos. Las consecuencias fueron muy lamentables. El conde de Carnarvon, jefe de la expedición, junto a doce de los miembros de ésta, tuvieron una muerte horrorosa provocada por una enfermedad inexplicada. Hasta el encuentro con la momia ellos estaban muy sanos y con mucha alegría de vivir. El alma del faraón los castigó durante seis años después de la apertura de la tumba. Pero la venganza del faraón no se terminó ahí. La muerte alcanzó a muchos de los que transportaron el sarcófago y trabajadores de museos.

Un destino similar esperó a otros cazadores de momias egipcias. En 1973 murieron doce miembros de la expedición antropológica polaca. Ellos murieron después de encontrar la tumba de otro faraón. Inclusive la medicina moderna no pudo salvarlos”.

Tikhon Zakolov apartГі el periГіdico. Historias sobre los faraones Г©l habГ­a escuchado, pero esas muertes extraГ±as se las atribuГ­an aВ bacterias antiguas, que se conservaban en los sarcГіfagos, para las cuales el hombre contemporГЎneo habГ­a perdido inmunidad.

AВ la puerta cerrada tocaron con insistencia. Tikhon le devolviГі el periГіdico aВ Dmitri, se levantГі y abriГі la puerta. Era Alexander Evtushenko quien desde el umbral sacudГ­a una garrafa de plГЎstico con un lГ­quido denso y opaco.

– Miren, esta es la nueva goma de pegar sintética: “Araña”. Se le puede agregar algo orgánico como tela de araña y continuar experimentando. —

– Yo estoy listo! – gritó Zakolov frotándose las manos. – La tela de araña ya la recogí. —

Evtushenko metiГі la tela de araГ±a en la garrafa y cuidadosamente removiГі todo el contenido. Sus ojos brillaron tras sus anteojos.

– Cuando? —

Tikhon mirГі la araГ±a saltadora que se balanceaba colgada de un hilo delgado y decidiГі:

– Ahorita. —

Puso un poco de la goma en su palma y se la restregГі en ambas manos. SeparГі los dedos y esperГі aВ que el lГ­quido viscoso se secara. TomГі mГЎs goma y la esparciГі. Cuando ya habГ­a hecho el procedimiento cinco veces Tikhon informГі que estaba listo para el experimento y saliГі al balcГіn. Enseguida pasГі la barandilla y pegГі las manos aВ la pared de ladrillos del instituto.

– Que te pasa? Es que quieres andar por las paredes como una araña? �Dmitri Kushnir estaba asombrado.

– Y por qué no? —

– Estás loco de bola! —

– Ahora lo sabremos. —

Zakolov moviГі la pierna izquierda hacia afuera. La derecha continuГі apoyada en el borde del balcГіn.

– Por ahora aguanta. – Tikhon bromeó hacia los muchachos tensos.

Lentamente se separГі del balcГіn y cambiГі el peso del cuerpo de la pierna estirada aВ las manos. La goma aguantaba bien porque el pie se sostenГ­a apenas con la punta en el saliente del balcГіn. Cuando se sintiГі seguro Zakolov quitГі el pie. Su cuerpo quedГі colgado de la pared sostenido solo aВ cuenta de las manos pegajosas.

– Bien, – Dijo suavemente Evtushenko escondiendo, a duras penas, la emoción alegre que sentía.

– Voy a tratar de bajar por la pared moviendo las manos. —

– No lo hagas, es muy peligroso. —

– Claro que es peligroso. – Tikhon respondió, imperturbable.

SeparГі la mano derecha de la pared y la pegГі mГЎs abajo. Durante un instante, el peso del cuerpo se sostuvo de una sola mano. Pero esto resultГі suficiente para lo irreparable. La goma no resistiГі, la mano se despegГі y la otra mano ya no pudo hacer nada. Tikhon Zakolov se fue hacia abajo y tratГі, inГєtilmente, de pegar las palmas de las manos aВ la pared.

Kushnir y Evtushenko corrieron asustados aВ la calle. Tikhon estaba sentado en la acera y se reГ­a.

– Se asustaron? Pero si es apenas el segundo piso. – Se levantó y se dirigió con seriedad hacia Alexander: – La próxima vez hay que poner más tela de araña. —

– No va a servir. La araña tiene ocho “manos” y tú, solo dos. —

– Bueno, entonces me impregno los pies también. – Miró hacia el entristecido Kushnir. – Sasha[5 - Sasha: Apodo familiar, en Rusia, a los llamados Alexander.] y yo iremos en una semana a Tashkent. Trataremos de ayudar a tu hermana. —

– Bien!! Tamara los recibirá y les contará todo. —

– Estoy intrigado. Quiero ver yo mismo si los restos de Tamerlán tienen esa fuerza sobrenatural. —

– Lo importante es ayudar a mi hermana. —




5.– El cráneo del tigre dientes de sable


El profesor Efremov frotГі sus manos acalambradas, mirГі hacia los toscos oficiales de la KGB que estaban de pie aВ su lado y tratГі de sonreГ­r.

– Y entonces? – lo apuró el general.

– Ahorita. Déjeme coger aliento. —

Efremov lanzГі una rГЎpida mirada aВ la mueca carnГ­vora del crГЎneo y aВ los colmillos inclinados del tigre dientes de sable. Una vez mГЎs comprobГі el cГЎlculo mentalmente. El recordaba bien el peso de esa pieza colgante. Donde estaba su centro de gravedad y el punto donde estaba atado el cable. Todo debe resultar bien. Por si acaso, el profesor tratГі de mover la rodilla lastimada. El dolor agudo pasГі aВ la fase de dolor sordo, pero la pierna respondiГі.








– No tengo tiempo! – el general apenas se contenía. – Te estás burlando de nosotros? —

El profesor respondiГі con decisiГіn:

– Está aquí. Ya se los voy a enseñar. —

Y entonces caminГі hacia la cuerda que sostenГ­a el crГЎneo de la bestia y soltГі el nudo del gancho. En un instante sus piernas dieron dos saltos hacia el centro de la sala y el profesor se lanzГі boca abajo al punto escogido, se volteГі, y abriГі los brazos. La pesada cabeza del tigre dientes de sable dio una vuelta completa y las dos prehistГіricas y agudas hojas entraron, con un crujido, en el pecho y estГіmago de Efremov. Mientras los oficiales desconcertados veГ­an el crГЎneo blanco del carnГ­voro fГіsil, el profesor, con sus Гєltimas fuerzas, sacГі los colmillos de su cuerpo. Una sangre burbujeante salГ­a aВ borbotones de las heridas abiertas. Ahora nadie podrГ­a salvar la vida de Alexander Simeonovich Efremov

Con los labios extendidos en una sonrisa de satisfacciГіn, cerrГі los ojos. El Гєltimo cГЎlculo del profesor, como siempre, fue correcto.

El cineasta Malik Kasimov se asomГі por la puerta abierta de la oficina de Efremov y se extraГ±Гі de no encontrarlo ahГ­. PensГі que, probablemente, habГ­a salido un momento y entrГі. Apenas habГ­a traspasado el umbral cuando desde el fondo de la sala se oyГі un grito desgarrador. El camarГіgrafo de guerra no necesitГі explicarse el origen del grito, en el frente Г©l habГ­a visto demasiadas muertes.

Solo por reflejo Kasimov continuГі hacia dentro de la oficina hasta que se encontrГі con el escritorio del profesor. El libro grueso atrajo su mirada, tambiГ©n la hoja de papel donde estaba su nombre. Kasimov se inclinГі hacia ellos y su mano quiso apartar la polvera abierta pero se detuvo. Que hacГ­a un objeto femenino en el escritorio del anciano profesor? En el espejito oval se reflejaba un rectГЎngulo del extraГ±o cuadro. Un rectГЎngulo? Justo ese sГ­mbolo lo dibujГі Efremov con los dedos, significativamente, en la ventana y le mostraba algo aВ la espalda.

“Un rectángulo en la espalda! Qué quiso decir con eso?”

El cineasta sacó la hojita de papel y sus ojos recorrieron las líneas escritas atropelladamente: – Malik. Tome el libro y fotografíe lo que vieron sus ojos Eso lo llevará a la meta. Y váyase rápido. —

Kasimov preparГі la cГЎmara fotogrГЎfica y su mirada se paseГі por la oficina.

“Que fotografiar? Qué?”

Su oído capturó el ruido de pasos en la escalera de piedra. “Lo que vieron sus ojos”, decía la nota.

“No yo, los ojos. Yo estaba parado de espalda a la pared, y los ojos vieron en el espejito…”

LevantГі el objetivo, sus dedos enfocaron rГЎpidamente y el obturador de la cГЎmara cliqueГі.

El ruido de pasos que llegaba aВ la puerta se hacГ­a mГЎs claro.

“Y váyase rápido”.

Malik Kasimov agarrГі el libro y saliГі al corredor oscuro. Las destrezas que habГ­a obtenido en el frente no le fallaron y logrГі llegar aВ la escalera sin ser notado.




6.– Encuentro en Tashkent


Tamara Kushnir resultГі ser una muchacha alta de ojos negros y una cabellera oscura y exuberante de pelo rizado, como un diablillo. Ella se dirigiГі aВ Zakolov, segura de haberlo diferenciado entre la abigarrada multitud de pasajeros que llegaron aВ la estaciГіn de trenes de Tashkent esa tarde del 5В de noviembre de 1979.

– Hola Tikhon. Yo soy Tamara Kushnir. – Con viveza se presentó la muchacha, casi sin ponerle atención al acompañante Alexander Evtushenko.

– Buenas tardes. Como me reconoció? —

– Yo soy periodista. Le hice las preguntas apropiadas a mi hermano Dmitri y tengo tu retrato en mi cabeza como si lo tuviera en un álbum. —

– La envidio. Yo necesito ver los rasgos del rostro para recordar bien a una persona. —

– Te dedicas a eso ahora? – La muchacha se sonrió y, coquetamente, se recogió un mechón de cabellos.

– Usted es una chica que no pasa desapercibida. – Tímidamente, Tikhon paseó la mirada desde la punta de la nariz y la barbilla ligeramente alargada hasta el busto redondo y la cintura delgada y bajó los ojos a los jeans apretados y, de acuerdo con la moda, desteñidos. La elegante figura de la muchacha le gustó.

– Tikhon Zakolov ya está bueno de llamarme de usted. Nosotros somos casi de la misma edad. A partir de este momento solo “tú”, ok? —

– Objeciones no hay. —

– Entonces ven conmigo. —

– No estoy solo. —

– Yo sé. Tu compañero de curso se llama Alexander Evtushenko. Ustedes son amigos desde los pupitres escolares. —

– Y hasta eso sabes! —

– Nos enseñaron a recoger información antes de un encuentro importante. – Tamara respondió y sin voltearse tomó la plataforma hacia la salida a la ciudad. – Ahorita nos vamos para mi casa. Para su excursión turística faltan cerca de 24 horas. Ese tiempo hay que utilizarlo con eficiencia. —

Tikhon se maravilló de la manera decidida de la elegante muchacha. Ninguna frase insípida: “como estuvo el viaje?, ya han estado en Tashkent?, que les parece el clima?”, no, de una vez agarra el toro por los cuernos. En la plaza externa de la estación ella se detuvo frente a un kiosko de vidrio de “Prensa Nacional”. Y por una mirada lateral de Tamara, Tikhon se dio cuenta que ella no estaba interesada en las revistas del kiosko. Kushnir utilizaba la superficie de vidrio como un espejo.

– Acaso temes que te sigan? —

– Me siento en peligro, pero me estoy acostumbrando. —

– Después del artículo? —

– Exacto. Yo solo quiero saber si me siguen observando. —

– Y ya habías notado algo así? —

– Claro! – La muchacha se dirigió a la parada del autobús.

– Y ahora? —

– Quizás son más inteligentes ahora. —

– Quienes? —

– Esa es una pregunta infantil, Zakolov. Mi hermano estaba extasiado con tu intelecto. – Tamara sonrió. – O solo te sirve para jugar ajedrez? —

Tikhon se detuvo abruptamente. Sasha Evtushenko chocГі contra el morral de Zakolov y solo tuvo tiempo de evitar la caГ­da de sus anteojos. Г‰l siempre seguГ­a aВ su amigo aВ pasos cortos.

– Me quieres decir que somos libres? – Tikhon preguntó con frialdad.

Tamara volteГі. En el severo rostro apareciГі una sonrisa pГ­cara. Con una mano tomГі la mano de Tikhon y con la otra le rozГі la punta de la nariz.

– No te enfurruñes, tontín. – le dijo afectuosamente.

Tikhon se sonrojГі y sacudiГі el brazo.

– Yo no soy un bebé. —

– Yo cuento con eso. —

Zakolov no sabГ­a cГіmo comportarse con la muchacha descarada, la cual lo hizo dudar de su confianza en sГ­ mismo. Y Tamara con malicia inclinГі la cabeza arrugando la frente juguetonamente.

– Puede ser que representemos un encuentro entre enamorados? No es mala idea. – La muchacha abrazó por el cuello a Tikhon y entonces le dio un beso al asustado joven en los labios. – Así está mejor. Que nos vean. —

– Yo creo que nadie nos sigue. – Dijo Zakolov todo confundido y tratando de zafarse del abrazo.

– Por qué te detienes? Lo hice para darme la oportunidad de ver si había alguien. —

– Yo no creo que fuera eso. —

– Mira! Viene nuestro autobús. Corramos! —

ГЃgilmente, Tamara corriГі hacia la parada. Zakolov y Evtushenko, con sus morrales pesados, tuvieron que recorrer los cincuenta metros detrГЎs de la muchacha. Pero justo ante la puerta del autobГєs, Tamara se quejГі y se sentГі.

– Una piedra me entró en el zapato. Me puya. —

– Después resolvemos. Vamos! —

– No. Espera. – Tamara lo agarró por la manga.

El autobГєs cerrГі su puerta y se fue. La parada quedГі vacГ­a. Tikhon continuГі amable, pero se veГ­a tenso. Ya tenГ­a una idea de la muchacha.

– Tamara? Será que yo no entendí bien? No fue teatro lo que estudiaste? —

– No. Pero en el liceo yo iba mucho a las lecciones de drama. —

– El maestro de eso era malo. —

– Yo no creo. Pero está bien, no te disgustes. – La muchacha se transformó otra vez. – Por lo menos me di cuenta que no me seguían. Nos vamos en el próximo. —

– Sinceramente, ya este jueguito de espías me fastidió. —

– Ok. Prometo ser una buena chica. No más teatricos baratos.-

Ya en el autobГєs la muchacha se tranquilizГі y con pocas palabras comentaba sobre los sitios de interГ©s de la ciudad. La ciudad, aВ pesar de haber sido fundada en la antigГјedad, parecГ­a joven y contemporГЎnea. Una buena razГіn de esto fue el extraordinario terremoto que hubo en el aГ±o de 1966, despuГ©s del cual, aВ una gran velocidad y participando todo el paГ­s, fue reconstruida la capital de Uzbekistan.

– En ese entonces, el sesenta y seis, llegamos nosotros. – Explicó Tamara. – Nuestros padres eran médicos. Llegaron para fortalecer el personal del nuevo hospital. Pensaron que era por poco tiempo, pero nos quedamos. Aquí es templado, casi no hay invierno, es como en la tierra de nuestros antepasados. —

Tikhon la mirГі interrogativamente. Con una entonaciГіn extraГ±a Tamara dijo:

– Soy judía. —

El resto del camino la muchacha callГі. Cuando llegaron aВ la parada donde se quedarГ­an, ella la anunciГі en el Гєltimo momento y los muchachos salieron aВ tropezones y golpeando las puertas que se cerraban. Caminaron por una ancha avenida y despuГ©s doblaron por una estrecha callejuela de edificios de dos pisos de color amarillo-grisoso construГ­dos despuГ©s de la guerra y los cuales se unГ­an con arcos de ladrillos. Entraron por uno de los arcos y cayeron en un patiecito oscuro y cuya parte trasera estaba cubierta con toldos acogedores.

– Aquí vivimos mi hermano y yo. – Informó Tamara abriendo la puerta de un apartamento en la planta baja. – Pasen. —

– Y tus padres? —amablemente preguntó Tikhon.

– Con ellos todo está en orden. – la muchacha pronunció en tono bajo, pero enseguida empezó a farfullar desordenadamente: – Pueden dejar sus cosas aquí. Van a dormir en la habitación de Dmitri que está allá. Sepan que soy una ama de casa muy mala, así que menús variados no habrá. Prometo té y sanduchitos corrientes. Pasarán hambre? —

– No estamos acostumbrados. – Respondió Evtushenko. – Puede ser que yo le eche un vistazo a la cocina? —

– Dale. Pero desde que perdí la beca hasta las cucarachas se mudaron para acá. —

Ya Tikhon había observado un cierto desorden y vacío en las habitaciones, pero también se había dado cuenta que a diferencia del apartamento, el “ama de casa” si estaba bien arregladita. Cuando entró, lo primero que hizo fue mirarse en el espejo, arreglarse la blusa y peinarse el cabello revuelto. El calor en esa habitación era sofocante. Con movimientos bruscos Tamara se quitó los zapatos y abrió una de las ventanas que daban hacia el patio. El fresco de la tarde hizo mover la cortina liviana. La muchacha se hundió en un, muy usado, sillón bajito y feliz! Estiró sus bien formadas piernas.

.Me cansé esperándolos en la estación. —

– Si, el tren se retrasó. Como siempre. Yo no sé para qué establecen esos horarios. – Tikhon se sentó frente a la muchacha mientras Evtushenko peleaba con las ollas en la cocina. – No te molesta que Sasha se meta en la cocina? —

Pero Tamara ya pensaba en lo suyo:

– Me vas a ayudar? —

– En la cocina? —

– Cual cocina! Dmitri te contó todo, no? —

– Ahh. Con el cráneo de Tamerlán? Y tú crees en su fuerza mística, no? —

– Yo he estudiado mucho el asunto. El cráneo es el hueso más elaborado que tiene el hombre. Muchos pueblos se inclinan ante eso. Al cráneo siempre le atribuyeron propiedades místicas y una fuerza sobrenatural. —

– Exactamente. Le atribuyeron. —

Tamara se enojГі.

– Lo que está escrito en el artículo es verdad! Si hubiera sido un artículo ocioso, no hubieran destruido el tiraje! Es que no está claro? —

– Todavía no. —

– Y las maldiciones que se hicieron realidad después de la apertura de las tumbas de los faraones? Todo el mundo sabe de ellas hace mucho tiempo. También niegas esos hechos? Murieron miembros de expediciones completas. Todos! —

– Por la acción de un virus desconocido por la ciencia. Un virus que se había conservado en las momias. —

– La medicina moderna no encontró nada. —

– Por lo menos, después de la extracción de los faraones no hubo guerras. —

– Y la primera guerra mundial? Las principales excavaciones en Egipto fueron hechas en la víspera del año 14. Y quienes fueron esos faraones? Unos ricos esclavistas que dirigían solo una parte del Egipto moderno. Pero Tamerlán fue el gran amo de la enorme Asia! Otra escala de personalidad. —

– Y, por lo tanto, un alto nivel de maldad en sus restos? —

– Claro! – Tamara se tranquilizó un poco y elaboró otro argumento. – Está bien, santo Tomás incrédulo. Estos son los ejemplos de las influencias negativas en la gente. Te voy a mostrar otros hechos. Recuerda el cristianismo. En muchos templos y monasterios se guardan los cuerpos embalsamados de hombres santos, los cuales, hasta ahora, tienen fuerza milagrosa. Esos lugares donde yacen esos cuerpos están cubiertos con un aura particular y se llaman santos. No es así? —

– Puede ser. Pero es necesario entender cuál es la causa primera: el templo o los huesos santos guardados en él. —

– Obviamente, son restos de personalidades únicas! A veces llevan esos cuerpos embalsamados a otros países. Los creyentes van a esos sitios. Hay cientos de casos conocidos de curación de personas que tocaron las manos de esos santos los cuales, cuando estuvieron vivos se dieron a conocer por hechos milagrosos. —

Tikhon, pensativo, dijo:

“Hay tantas cosas en el Cielo y la Tierra, amigo Horacio, que no pueden explicarse.”

– Exacto! Por lo menos le tienes respeto a Shakespeare. —

– Hay algo en todo eso. —

– Por fin! —

Zakolov se pasГі la palma de la mano extendida por la frente y se frotГі los ojos cerrados con los dedos. Si Evtushenko, en este momento, hubiera mirado hacia la habitaciГіn se habrГ­a dado cuenta que Tikhon trataba de organizar sus ideas dispersas y era mejor no molestarlo. Pero Tamara Kushnir era de naturaleza impaciente. Entonces le dio un ligero golpecito aВ Tikhon con elВ pie.

– Zakolov, no te duermas. —

Sin abrir los ojos, Tikhon se puso aВ razonar en voz alta:

– Supongamos que hubo gente que tenía una enorme energía destructiva: crueles faraones, emperadores, conquistadores o como el mismo Tamerlán. Llamémoslos los seres de la oscuridad. Después de su muerte, su energía, de acuerdo a la ley de conservación, no puede desaparecer simplemente. Ya Kasimov lo mencionaba. Ella debe transformarse en otro tipo de energía o conservarse en los restos. Lo mismo sucede con la energía beneficiosa de los santos. Es la misma ley. Si se conocen casos de efectos de restos de santos, procesos análogos deben suceder con los esqueletos de los guerreros. Pero los restos de los santos se conservan abiertamente, su energía se consume constantemente. A diferencia de ellos, los cuerpos de los grandes guerreros se ponen en profundas tumbas de piedra con lápidas pesadas y en grandes mausoleos. Los restos de Napoleón están escondidos en seis sarcófagos, uno dentro de otro. A los faraones los metían en pirámides grandiosas o bajo piedras enormes. Es posible que no fuera casualidad. La humanidad a nivel del instinto de conservación guardaba muy bien la energía mala, poniéndole obstáculos para su salida. Y si alguien exponía los restos, toda esa energía se dispersaba hacia afuera y entonces…. —

– Que manera tan culta de explicar todo eso. – Tamara no se aguantó. – Lo único que le faltaba a mi artículo era ese toque científico! —

Zakolov abriГі los ojos y apretГі los puГ±os.

– Eso es muy improbable. Es mejor olvidarse de esa teoría. Es peligrosa. —

– Pero es correcta. —

– No sé. A mí me interesa más cómo vas a hacer para medir el campo energético de Tamerlán. —

– Yo estoy pensando en que la vamos a sentir en nuestro pellejo. —

– Y si no se siente? —

– Tengo un conocido, estudiante de física. Él inventó un aparato, que a lo mejor ni sirve. La gente ni siquiera cree en el aparatico. —

– Bueno, agarra ese aparato.. y al mausoleo. —

– Está encerrado en el instituto de máquinas calculadoras. No se puede sacar.

Tamara recogió las piernas, se inclinó hacia Tikhon y le dijo: – Además no te he dicho lo más importante. —

– Que? —

– Malik Kasimov me habló de un hecho importante. —

– Yo entiendo que él tiene relación con el entierro. —

– Directamente. Kasimov se deja llevar por los recuerdos y se puso a hablar. Enseguida se preocupó y calló, pero ya era tarde. Y lo único que hizo fue pedirme que no le contara a nadie. —

– Curioso. —

– En el artículo, de todos modos, hice algunas alusiones, aunque él me advirtió que eso era peligroso. Pero yo no le creí. —

– Y ahora? —

– Ya tú sabes lo que sucedió. A mí y al redactor principal nos corrieron. —

– Y tú, de que te enteraste? —

La muchacha mirГі hacia la ventana abierta y dijo en un susurro:

– Kasimov dijo que el cráneo de Tamerlán… —

En eso Evtushenko entrГі en la habitaciГіn, maliciosamente mirГі aВ la pareja de jГіvenes sospechosamente cercanos y sonriendo dijo:

– Epa!, conversadores. Vamos a comer? —

Tamara preguntГі, escГ©ptica:

– Pudiste preparar algo con mi exiguo almacén? —

– Macarrones con queso. —

– Comida internacional, pero siempre que esté caliente. – dijo Zakolov y se dirigió a la cocina.




7.– Por mi honor!


El general, furioso, le dio un manotazo aВ la polvera que estaba en el escritorio de Efremov, volteГі las cajas pesadas y desparramГі todos los papeles. Una bГєsqueda rГЎpida en la oficina del profesor no produjo ningГєn resultado. Cuando salГ­a, el viejo Averianov le echГі un vistazo aВ las tontas pinturas que estaban colgadas en las paredes.

– Un disidente secreto. – Dijo, entre dientes, el general.

Con el ГЎnimo oscurecido se sentГі en el auto. El hijo, temiendo equivocarse de mГЎs, con temor esperГі la decisiГіn del padre:

– Al Kremlin. – resignado ordenó el general.

Veinte minutos despuГ©s, un pГЎlido y sudoroso Grigori Averianov, en el medio de la pomposa oficina del Kremlin, se veГ­a bastante deplorable. TerminГі el infeliz reporte aВ Khrushchev y sin esperar la reacciГіn del hosco secretario general, se apurГі aВ pedirle:

– Nikita Sergeevich, deme una semanita, yo lo resuelvo. Volteo todo Uzbekistan, pero lo hallaré. —

– No tengo una semana! Tú me fallaste, fallaste a la patria, coño de madre! Hiciste poner de rodillas a toda la Unión Soviética! – estalló el secretario general, moviendo el puño cerrado de su mano gorda para todos lados. – Eso es una alevosa traición! Vas a ir a juicio! —

Cuando la explosiГіn de ira pasГі un poco, se dejГі caer, cansado, en su sillГіn y buscГі en el selector telefГіnico al ministro de la defensa. La puerta se abriГі y apareciГі Malinovsky quien se quedГі en el umbral en posiciГіn de esperar Гіrdenes. Sin levantar la vista, Khrushchev moviГі los dedos, como si limpiara de burusas la mesa, y ordenГі:

– Rodion, arresta al general. —

Malinovsky hinchГі el pecho y dio un paso adelante. Grigori Averianov se apresurГі aВ sacar la pistola del cinturГіn. Antes de entrar aВ la oficina le habГ­a dado la funda vacГ­a al oficial de guardia. El ministro de la defensa se tensГі y pasГі una sombra de temor por sus ojos. El secretario general se encogiГі en su sillГіn y apretГі el botГіn escondido en el escritorio. En el silencio que se hizo, claramente se oyГі el clic del botГіn pulsado. La mano temblorosa del general de la KGB no logrГі controlar el arma y el caГ±Гіn apuntГі aВ todos lados hasta que se instalГі en la sien canosa.

– Expiaré mi culpa. Yo solo. – dijo Averianov, con voz ronca.

InclinГі la cabeza, sus ojos se movieron y vieron la cinta del pantalГіn suelta. La alisГі con su mano libre y levantГі la cabeza con orgullo. La mirada ya era clara y dura.

– Por mi honor! – Como si estuviera reportándose al ministro de la defensa.

Estas fueron las Гєltimas palabras del oficial. SonГі el disparo. El general cayГі de cara en el parquet de madera antigua y costosa.

Esa preocupaciГіn se le quitГі rГЎpido aВ Khrushchev. Con repugnancia arrugГі el entrecejo y se dirigiГі hacia la puerta, rodeando el largo cadГЎver y cuidando de no pisar las manchas de sangre. Con fuerza empujГі la alta puerta y rГЎpido atravesГі la recepciГіn, sin mirar aВ los oficiales de guardia que se levantaron asustados. DespuГ©s de dГ­as de duro insomnio, el secretario general se sintiГі aliviado. Ahora, la soluciГіn de la crisis polГ­tica para Г©l, era evidente. Un conflicto militar con los EE. UU sin el TalismГЎn de la Guerra, no podГ­a comenzarse. Era necesario llegar aВ acuerdos.

Nikita Sergeevich Khrushchev se quitГі la chaqueta arrugada y se la lanzГі aВ su general asistente. Se desabotonГі el cuello de la camisa sudada y ordenГі transmitir al ministro de relaciones exteriores que, inmediatamente, hiciera la conexiГіn directa con el presidente de Estados Unidos, John Kennedy.




8.– Un hombre misterioso bajo la ventana


Alexander Evtushenko preparГі tГ© cuando ya habГ­a oscurecido completamente. Tamara soplГі fuertemente el tГ© hirviente en la taza, bebiГі un poco e insistiГі en llevar aВ Tikhon aВ la habitaciГіn grande. Ella no encendiГі la luz y Zakolov tratГі de sentarse en el mismo sillГіn, pero la muchacha, tercamente, lo empujГі aВ un ГЎngulo del sillГіn. Y ella, recogiendo las piernas, se sentГі aВ su lado. Sus rodillas se tocaban.

– Yo duermo aquí. – con mucho encanto informó y después calló.

Zakolov solo vio el parpadeo de la muchacha, de sus rizos salГ­a el dulce aroma del perfume y por la ventana entraba el canto de las cigarras.

– Y yo tengo asignado un lugar en la habitación de al lado. – Tikhon consideró necesario recordarlo.

– Todo se puede cambiar. – La joven inclinó la cabeza de tal manera que su cabellera rozó el hombro del muchacho. Tikhon trató de apartarse pero no había espacio. Tamara, juguetona, lo apartó con el puño. – Ok. Está bien. Yo estaba bromeando. —

Zakolov intentГі dirigir la conversaciГіn hacia el asunto del artГ­culo.

– Tamara, antes de la cena, tu querías decir algo importante. —

– Sí. Pero antes, dame tu palabra de que, sin falta, me vas a ayudar. —

– Voy a tratar. —

– No. Debes prometerlo. —

Tikhon quiso decir que Г©l no le debГ­a nada aВ nadie y, que no estaba en sus principios el jurar. Pero la bella muchacha estaba sentada tan cerca, y de ella salГ­a tal carga de insistencia, que lo mГЎs fГЎcil era aceptarlo.

– Prometo ayudarte. No me gusta, en absoluto, cuando agreden, injustamente, a periodistas. —

– Solo por eso? —

– Tampoco estoy acostumbrado a negarme a bellas muchachas. —

– Y tienes muchas? – Tamara rio, burlona. – Está bien Zakolov, no te avergüences. Yo sé que ahora estás solo. La primera vez tú te enamoraste a los diecisiete años, pero tu novia murió. —

– Te preparaste bien para el encuentro. – Tikhon se sorprendió.

– Es la profesión. —

– Puedes sugerir a tu amigo el físico probar su aparato en tu campo energético. —

– Se saldrá de escala y se romperá. – La muchacha se carcajeó. Pero enseguida se puso seria y agregó, con tristeza: – No es amigo mío. Es solo un conocido. Los periodistas deben tener muchos conocidos. Por cierto la mayoría de ellos me ignora claramente. Antes, el teléfono no dejaba de sonar y ahora, pasan días y ni una llamada!

– Por eso te dirigiste a mí? —

– Nooo. Si es necesario, yo convenzo hasta un muerto. Pero el asunto es que ninguno de mis conocidos está en condiciones de ayudarme. —

– Y eso por qué? —

– No son los apropiados. Alguno es inteligente, alguno, fuerte y otro, valiente. Y yo necesito una persona más completa, que tenga todo eso y además, generoso. Como tú!! —

– Me imagino que tu hermano te habló maravillas de mí. Y si exageró? —

– Dmitri? No lo conoces! Ese, primero se burla de alguien antes de halarle mecate. —

– Ok. Basta de cumplidos. Vamos al asunto. —

– Bien. Solo esperaba esto. —

– Entonces cuenta. Que te dijo el cineasta? —

– Malik Kasimov me habló, en secreto, de un hecho fundamental. —

Tamara callГі, de manera significativa. Y Tikhon no pudo aguantarse.

– Vas a seguir con el teatro? Esas pausas… —

– Él me dijo que el cráneo de Tamerlán fue enterrado después. —

– Ya dijiste eso en el artículo. —

– Pero yo no escribí lo más importante. – Los ojos de la muchacha se abrieron más y, otra vez, acercó su rostro.

– Vas a hacer otra pausa? —

– El cráneo de Tamerlán fue enterrado aparte. —

AВ Zakolov le pareciГі que oyГіВ mal.

– Aparte del resto del cuerpo? —

– Sí. —

– Y eso por y para qué? —

– Esa pregunta se la hice a Kasimov. Estuvo indeciso un rato pero yo le insistí. A mí me pareció que tenía dos sentimientos encontrados. La idea obsesiva de su culpa particular en el comienzo de la gran guerra y el enorme deseo de compartir con alguien el peligroso secreto. —

– Curioso. —

– Y como! A mí, como periodista me pareció mucho más curioso. Y entonces lo provoqué. —

– Lo provocaste? —

– Bueno, no literalmente. Hay diferentes truquitos periodísticos. —

“Y también femeninos”, mentalmente añadió Tikhon. Y preguntó en voz alta:

– Y entonces, de que te enteraste? —

– El científico, al cual encomendaron preparar el entierro, se enteró de la fuerza maligna del cráneo de Tamerlán y no quiso que ese cráneo, alguna otra vez, se utilizara para desencadenar una guerra, aunque fuera victoriosa. Él consiguió esconderlo de todos en un lugar completamente desconocido. Este científico quiso compartir el secreto con Kasimov pero no logró hablar con él. El científico murió antes de ese encuentro y, probablemente, no sin la ayuda de miembros del KGB. —

– Se ve esperanzador el comienzo. Como buscamos el escondite? —

– Aparentemente, el científico dejó una pista para que las futuras generaciones llegaran a ese lugar. Pero no es cualquiera que puede desenmarañar esa pista. —

– Eso te lo dijo Kasimov? —

– Si, y él está convencido de eso. Pero él no sabe dónde buscar estas pistas. Aunque es posible que esté ocultando algo. A mí me pareció que él mismo quiso hallar el cráneo, pero dudó de su convicción. Él piensa que para emprender esa búsqueda, solo el cerebro no es suficiente. Se necesita también valentía, decisión, velocidad de reacción y suerte. Ahora entendiste por qué pensé en ti? —

– Gracias. Pero en ese examen, una mala calificación puede ser perder la cabeza. —

– Zakolov, por lo que veo, parece que tienes miedo. —

– En esa oscuridad no se puede ver nada. No siquiera desde cerquita. – Disimuladamente, Tikhon se había separado del contacto estrecho de la muchacha. – Déjame cerrar la ventana y prendemos la luz. —

El estudiante se levantГі del cГіmodo divГЎn, se dirigiГі aВ la ventana y descorriГі la cortina. Entonces quiso hacer una fuerte aspiraciГіn de aire fresco. La mano se estirГі hacia el batiente abierto pero se detuvo inesperadamente. Abajo sonaron piedrecillas, aВ la derecha se percibiГі una sombra y se escucharon pasos apurados. Tikhon se asomГі mejor y logrГі notar una silueta oscura que desaparecГ­a en la esquina. No quedaban dudas que alguien habГ­a estado bajo la ventana y habГ­a escuchado la conversaciГіn.

Ese descubrimiento no le gustó a Tikhon, pero no dijo nada. Ya Tamara estaba suficientemente asustada. En vez de eso, dijo con gran satisfacción: -Que bien se está aquí. Ya es Noviembre y todavía no hace frío. —

– Esto es Tashkent. – respondió Tamara.

Antes de cerrar la ventana, Zakolov comprobГі que un hubiera nadie en el patio. CerrГі las cortinas dejando una delgada lГ­nea abierta, y encendiГі laВ luz.

– Donde sugieres tú comenzar la búsqueda? – preguntó Tikhon, parado de lado hacia la ventana, en el centro de la habitación.

– Zakolov, yo pensé que tú ibas a tener alguna idea! —

– Hmmm. La información es poca. Me gustaría hablar con Malik Kasimov. Necesito otra versión. Se puede organizar un encuentro con él? —

– Puedo tratar. Pero va a ser difícil. Después del asunto del artículo, también vinieron donde él. Él se cerró y niega todo. Ahorita lo llamo. – Tamara levantó la bocina telefónica, marcó el número y después de dos repiques cortó la conexión. Colgó la bocina. – Vamos a hacer lo siguiente: Mañana le caemos donde él, tempranito. No podrá esconderse. —

– Kasimov se levanta temprano? —

– Sí. La entrevista que le hice fue en la mañana. —

– Perfecto. En cuanto nos despertemos vamos para allá. —

– Crees que él no me contó todo? —

– Afortunadamente para ti, no todo. – Tikhon notó que en la rendija que había dejado entre las cortinas se escondía una mancha oscura. Él tomó un tono sombrío. – De todas maneras te contó bastante. —

Zakolov pronunciГі la Гєltima frase en voz baja, se levantГі con cuidado y se pegГі aВ la pared al lado de la ventana.

Tamara, perpleja, frunciГі los labios. Tikhon, cuidadosamente, separГі la cortina y vio la punta de una nariz grande pegada al vidrio. El resto de la cara del tipo estaba tapada con un capuchГіn gris. El plan de Zakolov funcionГі, ya que el espГ­a misterioso regresГі. Quedaba por saber quiГ©n los estaba siguiendo.

Le hizo la seГ±a aВ Sasha Evtushenko de que conversara con Tamara. Evtushenko comprendiГі rГЎpidamente y comenzГі aВ hablar de la historia del traslado de TamerlГЎn. Tikhon se agachГі y, sin ruido, se acercГі aВ la antesala. Tamara levantГі las cejas asombrada y quiso preguntar algo, pero Evtushenko se le adelantГі:

– Yo estoy seguro de que el misterio de Tamerlán se puede resolver sin tomar en cuenta lo actual. Es suficiente con estudiar, cuidadosamente, la historia de los últimos años de la vida del emir. Tú no crees? —

– Yo? —

Mientras tanto, Zakolov ya habГ­a llegado aВ la puerta de salida. Y decidiГі hacer un movimiento extremo.

Tikhon empujГі la puerta que daba al patio, saliГі del pasillo, girГі y se lanzГі hacia el tipo que estaba escondido bajo la ventana. Pero ese, mostrando una agilidad asombrosa, en dos saltos ya habГ­a doblado la esquina.

“No escaparás”, pensó Tikhon, aumentando la velocidad. El desconocido, que era un tio robusto de baja estatura y con chaqueta deportiva gris, cruzó el patio, atravesó el arco y salió a la calle. En el silencio que había se oían sus pasos.

“En línea recta te alcanzo. Los enanos no pueden correr rápido”, bromeando consigo mismo, pero acelerando.

AВ alta velocidad llegГі al arco. Quiso agarrarse del borde de la pared para cruzar mГЎs rГЎpido, pero vio, abajo en su camino, una pierna atravesada. El intento ineficaz de saltar el obstГЎculo inesperado solo agravГі la situaciГіn. Se tropezГі con la rodilla del tipo, volГі sobre el pavimento y cayГі sobre el pasillo polvoriento.

En pocos segundos quedГі completamente indefenso ante el astuto contrincante.




9.– Averianov, el joven, va tras una pista


Durante mucho tiempo, el oficial de seguridad Grigori Averianov, el joven, recordГі con estremecimiento el terror vergonzoso y pegajoso que lo poseyГі durante la primera semana despuГ©s de la muerte de su padre. El joven fue separado del servicio y se mantuvo en su casa, poniГ©ndose tenso cada vez que sonaba el telГ©fono oВ un carro frenaba frente al edificio donde vivГ­a. Su madre y Г©l vieron el cuerpo de su padre solo en el funeral. Cuatro funcionarios de guardia del KGB llevaron la urna directamente al cementerio. Aparte de ellos, concentrados en el procedimiento del entierro, y un par de familiares ancianos, ningГєn conocido, ni asistente del general, vino al funeral.

Mirando el montГ­culo-tumba de tierra fresca, Grigori Averianov recordГі la Гєltima conversaciГіn que tuvo con su padre cuando se separaron en el Kremlin.

… – Si yo no vuelvo, sabes que fue culpa del maldito desgraciado de Efremov en Samarkanda. En el año cuarenta y cuatro, él y yo cumplíamos un encargo secreto. Yo me descuidé y él aprovecho eso para engañarme vilmente.

Averianov, el joven, mirГі interrogativamente aВ su padre deprimido.

– Nosotros llevamos el cráneo de Tamerlán a Samarkanda. —

– El propio? – se asombró el teniente.

– El mismo. El del cruel conquistador. Eso fue una orden de Stalin. Y el hijo de puta de Efremov me hizo un truco de magia. – El general, con rabia, dio un puñetazo al panel delantero del “Volga”.

– Pero, en que te engañó? —

– En la tumba, él puso una figura de cera. Y el verdadero cráneo lo escondió en un lugar desconocido. —

– Y por qué, antes, no presionaste al científico? —

– Yo estaba seguro que todo estaba en orden. Y apenas hoy, cuando el partido necesitaba el cráneo… Coño! Si solo me dieran tiempo. —

El general abandonó el auto y se dirigió a la oficina del secretario general. El joven Averianov siguió con la vista la encorvada silueta de su padre. Más nunca lo vería con vida…

Y allГЎ, en el cementerio, el teniente de seguridad jurГі que, sin falta, hallarГ­a el crГЎneo del poderoso de Asia: TamerlГЎn, demostrarГ­a la intenciГіn malГ©vola del profesor traidor y restablecerГ­a el honor de su padre.

Enseguida después del funeral, al joven Averianov lo llamaron del servicio. El jefe, en una conversación privada, le informó que en los altos círculos respetan la decisión voluntaria de quitarse la vida y, que por eso, el asunto de su padre estaba cerrado. Grigori debía llenar unos formatos de permiso y volver al servicio. Como si no hubiera sucedido nada, los colegas empezaron a saludarlo de nuevo y sobre el hecho “aquel”, discretamente, no mencionaban nada. La historia borrascosa de Lubianka[6 - Lubianka: Plaza de Moscú donde estaba la sede de la KGB.] conocía tales tragedias. Además, la situación en el mundo era menos tensa, el conflicto de los cohetes soviéticos en Cuba estaba resuelto y los medios de prensa internacionales empezaban a hablar de unas relaciones soviético-americanas más cálidas.

Grigori Averianov, con el tiempo, recibiГі el permiso de investigar las circunstancias de la comisiГіn secreta de su padre en el aГ±o 44В en Samarkanda. Pero Г©l podГ­a dedicarse aВ eso, solo si no descuidaba las tareas importantes.

Como primer paso, Averianov reuniГі el dossier de la persona fatal en el destino de su padre; el profesor y paleontГіlogo Alexander Simeonovich Efremov. Enseguida aparecieron unos detalles curiosos.

Resulta que Efremov era, antes que todo, ingeniero mecГЎnico. Ya en sus aГ±os estudiantiles Г©l patentГі algunos inventos originales y de Г©l se esperaba un gran futuro como ingeniero constructor. En las vacaciones de verano, el estudiante nunca faltaba aВ las expediciones arqueolГіgicas y en ellas apareciГі su interГ©s en las tumbas antiguas y los restos de animales extinguidos. Enigmas para las pГЎginas de la historia. Como resultado, Alexander Efremov se involucrГі tanto con la paleontologГ­a que solicitГі inscripciГіn en esa facultad. Se la negaron, ya que en los aГ±os treinta habГ­a una gran necesidad de ingenieros. Pero el estudiante no se rindiГі. Г‰l se las ingeniГі para asistir, paralelamente, aВ las lecciones del eminente especialista en paleontologГ­a, el acadГ©mico Borisiak. De tal manera que el estudiante consiguiГі resultados substanciales y despuГ©s que terminГі la universidad y, por recomendaciГіn del acadГ©mico, fue asignado al instituto de investigaciones cientГ­ficas que dirigГ­a.

En 1944В Alexander Efremov ya era uno de los grandes especialistas del Asia Media. Y en Г©l recayГі la suerte de acompaГ±ar aВ Averianov, el viejo, en su viaje secreto aВ Samarkanda. MГЎs exactamente, Averianov, entonces capitГЎn de la KGB, estaba encargado de controlar al cientГ­fico Efremov.

Antes del viaje, Alexander Efremov se encontró con el antropólogo Guerasimov y este le entregó un objeto clasificado con el número 41—9/13. En el listado de la comisión del capitán Averianov se indica que el objeto 41—9/13 fue colocado en el dispositivo con el nombre “Cápsula”. Gracias a las conversaciones con su padre, Grigori adivinó que se trataba del cráneo del cojo de hierro Tamerlán, como lo llamaban en Occidente o el Gran Emir Timur como lo hacían en el Oriente.

Conversando con gente cercana, Averianov se enterГі de que Stalin creГ­a en la fuerza mГ­stica de TamerlГЎn y la utilizГі para sus propios fines. TamerlГЎn no podГ­a vivir sin la guerra. CumpliГі una campaГ±a bГ©lica tras otra. En su crГЎneo se concentraba una energГ­a destructora, generadora de carnicerГ­as humanas. Pero aquel que tuviera el crГЎneo de TamerlГЎn, tendrГ­a la victoria. AВ diferencia del genio del mal: NapoleГіn, oВ el celebrado por los historiadores: Alejandro el Grande, el emir TamerlГЎn, aВ lo largo de toda su vida, no perdiГі ni una batalla.

Como resultado el vencedor era el que tenГ­a su crГЎneo!

En una conversación de militares borrachos, Averianov se enteró, por un piloto que estaba ahí, de que un avión con el cráneo de Tamerlán a bordo, en diciembre del año 41, cuando se realizaba la encarnizada lucha por Moscú, sobrevoló la ciudad. Y la capital aguantó! Aguantó, a pesar de todo! Un impresionable Stalin llamó al cráneo Talismán de la Victoria y lo utilizó en otras situaciones decisorias. Pero al final del año 44 el ejército rojo era mucho más fuerte que su contrincante. Llegó el momento de regresar el cráneo del sanguinario guerrero a su lugar en el mausoleo de Gur— Emir. El espíritu de la guerra debía tranquilizarse y la larga guerra, terminarse.

Por donde se viere, la comisiГіn aВ Samarkanda se cumpliГі exitosamente, la tarea se cumpliГі, la dirigencia del Kremlin valorГі eso y la carrera del papГЎ se fue aВ las nubes. Efremov ascendiГі aВ Profesor[7 - Profesor: El mГЎs alto grado acadГ©mico en Rusia.] y le fue asignado un laboratorio.

Sin embargo, en el propio momento necesario, en octubre de 1962, el crГЎneo del gran guerrero, no estaba en su sitio!

Como excusa de la investigaciГіn del sospechoso hecho infeliz en el instituto de PaleontologГ­a, que llevГі aВ la muerte del profesor Efremov, Grigori Averianov leyГі, detenidamente, todos los papeles en la oficina del cientГ­fico. El oficial de la KGB no encontrГі ninguna indicaciГіn de donde podrГ­a estar escondido el crГЎneo de TamerlГЎn.

Los colegas del cientГ­fico no sabГ­an nada de la expediciГіn secreta del aГ±o 44. En los archivos del instituto aparecГ­a que al profesor lo habГ­an llamado, de altas esferas, para consultas, en Bielorusia. Todos supusieron que Alexander Simeonovich ayudarГ­a en la identificaciГіn de los restos en las fosas comunes halladas despuГ©s de la huida de los fascistas de esa repГєblica. Por razones comprensibles, en las conversaciones posteriores trataron de no tocar ese tema desagradable y no preguntaron por el viaje.

Algunos familiares recordaban el viaje en comisiГіn de Efremov en el aГ±o 44В para algГєn lugar en el frente de batalla, pero no podГ­an decir algo concreto sobreВ eso.

Un tenaz Averianov continuГі la bГєsqueda en el archivo que el profesor tenГ­a en su casa. Sobre todo estaba interesado en las cartas de Efremov de aquella Г©poca. En una de ellas, Efremov informaba que el objetivo programado ya estaba cumplido y que pronto volverГ­a aВ MoscГє. La esposa del cientГ­fico recordaba que Alexander Simeonovich sonriГі, cuando habiendo regresado aВ casa, Г©l mismo recibiГі esa carta. En aquellos tiempos de guerra las cartas tardaban mucho tiempo en llegar aВ destino y el volviГі en un aviГіn militar de transporte.

El oficial de la KGB, autorizado para instalarse en el despacho casero del profesor, observГі, con detenimiento, el sobre amarillento y silbГі. La carta fue enviada, no desde Bielorusia, sino desde la ciudad uzbeka de Khiva. TambiГ©n le interesГі la fecha en la estampilla. No correspondГ­a con el informe de su padre sobre el viaje.

Grigori Averianov le propuso aВ la dueГ±a de casa tomarse un tГ©, conversГі con ella, educadamente, sobre tonterГ­as y, de pronto, le lanzГі la pregunta capciosa:

– Cuantas veces fue Alexander Simeonovich a Uzbekistán a finales de los cuarenta? —

– Una sola vez. —

– Está segura? —

– Claro. Eran los años de la guerra. En ese momento quien iba a pensar en paleontología? Pero Sasha se alegró tanto por la posibilidad de dedicarse a lo suyo, – la viuda enmudeció, lentamente se secó una lágrima y añadió:

– Pero no crea. Mi marido solo me habló a mí de su viaje a Samarkanda y eso, bajo el secreto más absoluto. Y yo no se lo dije a nadie, a nadie! Y, ahora, se lo digo a usted. Pero puedo decírselo a usted, verdad? —

Grigori Averianov ya no preguntГі mГЎs, recogiГі el sobre y, aВ pesar de la hora tardГ­a, fue aВ trabajar. En su oficina de la Lubianka, bajo la luz de una lГЎmpara de mesa, desatГі las cintas que amarraban las carpetas numeradas con el informe de su papГЎ sobre el viaje en comisiГіn. Sus dedos se apuraron para hallar la pГЎgina apropiada. Sus ojos nerviosos comprobaron tres veces las dos fechas: la del sobre y la del informe del papГЎ.

El detalle que faltaba! Grigori casi salta de alegrГ­a.

Resultaba que el cientГ­fico Alexander Simeonovich Efremov regresГі, del viaje secreto aВ Samarkanda, un mes mГЎs tarde que el capitГЎn de la KGB Grigori Averianov Y estuvo, no solamente, en Samarkanda.

Que hizo el profesor, en Asia Media, tanto tiempo?




10.– La casa lúgubre del cineasta


– Fue aquí donde sucedió. – Zakolov se tocó, con la mano lastimada, el lado golpeado y le mostró, a Tamara, la salida bajo el arco. – Fui un tonto. No pensé, ni por un momento, que el espía podría no estar solo. Caí en un truco pendejo. —

Los muchachos salieron muy temprano del apartamento y se dirigieron aВ la parada del autobГєs. Tikhon decidiГі que el anciano cineasta Kasimov, especialista en planos cerrados vivos, no le gustarГ­a una visita de mucha gente, asГ­ que le propuso aВ Evtushenko quedarse en la casa.

– Pero por qué lo perseguiste? – Tamara preguntó preocupada. – Esa calle nuestra no tiene luz. Es bueno que no te hayan hecho nada. Pero pudieron golpearte cuando estabas en el suelo! Y entonces?! —

– Entonces yo los hubiera jodido. – Zakolov movió los labios pensativamente. – O ellos a mí. —

– Tonto. —

– De acuerdo. En lo sucesivo trataré de ser más inteligente. —

– Más refrenado. – Corrigió la muchacha y tomó al muchacho por la mano.

– No, más inteligente. Si yo hubiera ponderado la situación correctamente, por lo menos hubiese agarrado a uno de los tipos. —

– Y después? —

– Hubiéramos sabido quién era el curioso. —

– Y no está claro? —

– Toda persona tiene derecho a defender su vida privada! Ellos irrumpieron en la nuestra, con descaro. —

– Acaso vienes de América? En nuestro país todo es colectivo. – Suspiró la joven.

Todo el camino hacia donde Malik Kasimov, Tikhon estuvo alerta y volteando, de vez en cuando, para ver si los seguГ­an. Hicieron el trayecto con dos trasbordos y pocos pasajeros, por lo tanto, precisar un posible fisgГіn, no era problema. Y no hubo ninguno. Ese hecho tranquilizГі aВ Tamara Kushnir, pero Tikhon casi que se decepcionГі. No le hubiera disgustado ver aВ sus enemigos del dГ­a anterior y desquitarse.

Mientras caminaban por la callejuela de casas de una sola planta, detrГЎs de altas empalizadas de arcilla, Zakolov volteГі dos veces. AВ esa hora matutina, el camino polvoriento estaba desierto. DetrГЎs de los pocos cipreses piramidales que flanqueaban la calle, era muy difГ­cil esconderse.

Tamara Kushnir se detuvo ante una valla tupida con reja de hierro, que alguna vez estuvo pintada color esmeralda y ahora tenГ­a un color blanquecino.

– Kasimov vive aquí. – Informó Tamara y apretó el pequeño botón del timbre. – Quiera Dios que esté de buen humor. —

En la parte de atrГЎs del patio se oyГі el sonido del timbre que aВ lo lejos pareciГі zumbido de abejas. Esperaron. Tocaron el timbre otra vez. De nuevo la vibraciГіn del viejo timbre y no otros sonidos.

– Tiene un patio atrás de la casa. Es posible que Kasimov esté allá y no oiga el timbre. – aventuró Tamara.

– O salió. —

– No. Él me dijo que sale dos veces a la semana a comprar víveres. El resto del tiempo mira fotografías y cuida sus plantas. Para ir a las tiendas es muy temprano. —

– Y al mercado? —

– Es lejos desde aquí. Él me dijo que le gusta fotografiar las flores que salen de su siembra. Yo creo que él está en el patio trasero. —

– Estamos en Noviembre. Las flores solamente pueden estar en la casa. —

Tamara se vio confundida.

– Entonces no sé. —

Tikhon mirГі el pasador de la cerradura y empujГі la puerta de hierro. Ella respondiГі con un golpe sonoro, pero no se abriГі.

– Pudieron haber halado la puerta desde afuera. Llama otra vez. —

Tamara sostuvo un rato el dedo en el timbre.

– Nadie. – Concluyó Tikhon, entonces consideró la altura de la empalizada y miró, interrogativamente, a la muchacha.

– Tú quieres…? – Tamara miró hacia arriba con sus cejas levantadas con asombro.

– Entonces, perdimos el viaje? —

Zakolov se aferrГі al borde de la empalizada y, ГЎgilmente, saltГі sobre la barrera de piedra. Sus pies aterrizaron en la hierba descolorida, con las piernas dobladas. Tras unos arbustos, Г©l vio la fachada de una casa pequeГ±a con dos ventanas y una puerta cerrada en el medio. Mientras Tikhon se levantaba y se sacudГ­a las manos, algo se moviГі en la ventana derecha!

Alguien se escondГ­a en la habitaciГіn oВ la sombra del ciprГ©s daba esa impresiГіn en el vidrio opaco?

Puso atenciГіn y no vio mГЎs ningГєn movimiento. Zakolov se conformГі con la segunda opciГіn. Entonces abriГі la puerta para dejar pasar aВ la muchacha.

– Tú siempre haces eso? – preguntó Tamara con severidad.

– Que? —

– Entrar a una casa ajena sin invitación. —

– Solo cuando las circunstancias lo exigen. —

– Mi hermano te describió correctamente. – La muchacha se explayó en una sonrisa de satisfacción.

Tikhon se dirigiГі aВ la casa silenciosa, pero aВ medio camino se detuvo y levantГі el dedo Г­ndice:

– Escuchas? —

– No. – Dijo la joven en un susurro de preocupación.

– Hay alguien caminando detrás de la casa. —

– Él está en el patio, yo te lo dije. – Sin mediar palabras, Tamara se dirigió a la esquina de la casa y dijo en voz alta: – Estimado Malik! Soy yo, Tamara Kushnir. Disculpe que entramos, pero la puerta estaba abierta. —

– Tú siempre haces eso? – Se reía Tikhon, alcanzando a la muchacha.

– Que? —

– Inventar cuentos sobre la marcha. —

– Solo cuando las circunstancias lo exigen. —

– Tu hermano te describió correctamente. —

– Nosotros congeniamos. – La joven movió las pestañas coquetamente y tomó la mano de Tikhon.

Ambos se carcajearon y, divertidos asГ­, dieron vuelta aВ la casa. Lo que la muchacha llamaba jardГ­n eran tres ГЎrboles frutales sin la mitad de las hojas y algunos rosales espinosos con cortes donde hubo capullos. AВ diez metros se terminaba el jardГ­n con una valla pequeГ±a, tras la cual se veГ­a otra casa.

– Malik Kasimov, donde está usted? – Timidamente preguntó Tamara, buscando con los ojos a alguien en el jardín vacío. Dándose por vencida, se dirigió a Tikhon: – Seguro escuchaste pasos? —

– Sí. – Zakolov miró hacia la puerta abierta que daba de la casa al jardín. Ella se movía suavemente, ya sea por causa del viento o por un golpe fuerte que recibió. Él pasó la mirada hacia los árboles; las hojas no se movían. O sea, no es el viento! – Alguien utilizó esta puerta recién. —

– Kasimov, probablemente. Regresó a la casa desde el jardín para encontrarnos del lado del frente. – Se alegró Tamara y, con decisión, se acercó a la puerta abierta y, en voz alta: – Estimado Malik. Se puede? —

– No entres. Espera aquí!. – Tikhon detuvo a la muchacha, recordando que esos pasos rápidos que escuchó se alejaban, no que se dirigían a la casa. Bajó la voz: – No me gusta este juego del escondite. —

La puerta de entrada terminГі de moverse. Se hizo el silencio. La sonrisa de alegrГ­a de la joven se transformГі en una mueca y se instalГі una mГЎscara de temor en el rostro.

Zakolov apartГі aВ la muchacha y, con cuidado, se dirigiГі aВ la casa. El piso de madera ante la puerta crujiГі bajo sus pies. Eso es bueno, pensГі Tikhon. Su presencia no la puede esconder y que se escuchen pasos ajenos, no molesta.

En la cГіmoda terracita, ante la puerta, aparte de los dos sillones de mimbre, una mesita redonda y sobre ella, un bol y una tetera, unos estantes con libros y unos ganchos con ropa, no habГ­a mГЎs nada. Nuestro cineasta vive un poco desordenado, pensГі Tikhon. Algunos libros y parte de la ropa estaban en el piso. Una personalidad exГіtica? Pero Tamara no dijo nada deВ eso.

De un tirГіn abriГі la puerta de la siguiente habitaciГіn, protegiГ©ndose con ella. La precauciГіn se revelГі innecesaria. El oscuro lugar estaba silencioso y solo habГ­a una luz titilante. En la terraza habГ­a un orden ideal en comparaciГіn con lo que Tikhon vio en esa habitaciГіn, la cual parecГ­a un despacho. Ya desde el umbral, se tropezГі con papeles, revistas y fotografГ­as regadas por toda la habitaciГіn. El armario de libros estaba abierto y todo su contenido estaba tirado por el piso, todos los cajones del escritorio estaban abiertos. En el medio de la habitaciГіn estaba una silla volteada. En el rincГіn mГЎs lejano estaba un televisor prendido, sin volumen. Ese televisor daba una luz extraГ±a ya que las cortinas, de la Гєnica ventana, estaban cerradas. En la pantalla un seГ±or, bien vestido, hablaba.

AВ tres metros del televisor estaba un sillГіn alto. Al principio el sillГіn parecГ­a vacГ­o pero, cuando dio un paso hacia adelante, Tikhon vio, sobresaliendo del espaldar, la coronilla de una cabeza. La persona no se movГ­a, ni siquiera ante la presencia del extraГ±o; solo parecГ­a mirar la pantalla insonora.

Tikhon hizo ruido caminando. DespuГ©s tosiГі. La persona no reaccionГі. SerГЎ que pasГі la noche viendo la televisiГіn y se quedГі dormido? Pero por quГ© le cortГі el sonido? Y quien corriГі en el jardГ­n?

Zakolov superГі la primera inquietud y mirГі con mГЎs atenciГіn. La coronilla de la persona sentada en el sillГіn brillГі extraГ±amente. AВ Tikhon incluso le pareciГі que era la cabeza de plГЎstico de un maniquГ­. Alguien saliГі de la casa dejando una muГ±eca? QuГ© tipo de juego esВ ese?

Tikhon Zakolov, lentamente, rodeГі el sillГіn. Su mirada no se apartaba de la lisa cabeza. Al principio el creyГі distinguir el perfil de la persona, pero la mala iluminaciГіn no le permitiГі discernir del todo.

En la pantalla comenzaban unos documentales sobre la guerra. Mostraban la vida en las trincheras durante las noches. La habitaciГіn se hundiГі en la sombra. Dio tres pasos mГЎs y ya Tikhon estaba frente la oscura silueta en el hondo sillГіn. No era posible distinguir sus rasgos.

– Camarada Kasimov, – Tikhon dijo tímidamente. – Está durmiendo? —

Los viejos se quedan durmiendo viendo la televisiГіn, pensГі Zakolov y dio un paso adelante.

– Camarada Kasimov. – Tikhon se inclinó para sacudir al cineasta.

La mano ya llegaba al pecho de la persona sentada cuando en la pantalla aparecieron fogonazos de disparos de baterías “Katiusha”[8 - Katiusha: Apelativo de las baterías múltiples de misiles creadas en la Unión Soviética.]. La luz en la pantalla hizo ver la cabeza de un hombre canoso con una mirada de terror dentro de una bolsa de plástico. El muchacho dio un salto hacia atrás.

Los fogonazos en la pantalla se sucedГ­an unos aВ otros y cada uno de ellos exponГ­a un nuevo detalle del horrible cuadro. Los ojos brotados, la boca abierta, la bolsa de plГЎstico amarrada al cuello, las piernas y brazos atados al pesado sillГіn. Pero cuando la pantalla mantuvo la iluminaciГіn constante, Tikhon observГі lo mГЎs importante: En el lado izquierdo del pecho del hombre amarrado habГ­a una mancha de sangre.

Ya no habГ­a dudas. En el sillГіn estaba un cadГЎver en pijama azul.




11.– La Ciudad de los Muertos


Grigori Averianov gastГі dos aГ±os en busca de personas que supieran algo sobre la estadГ­a del paleontГіlogo Efremov en Khiva en 1944. El estudio de los archivos y los interrogatorios aВ los habitantes, durante visitas cortas, no fueron en balde ya que, como resultado, Г©l encontrГі la casa donde el cientГ­fico habГ­a estado varias semanas. Pero no hubo suerte ahГ­ tampoco. En esa casa ya deteriorada vivГ­a una nueva familia que nunca habГ­a visto al cientГ­fico.

Un anciano, completamente sordo, que vivГ­a enfrente vino en ayuda de los vecinos. Casi gritando, el abuelo contГі que el anterior dueГ±o de la casa, Ashmuratov, el comedido director del cementerio de la ciudad, el 9В de Mayo de 1945, cuando todos celebraban la victoria en la Gran Guerra Patria, agarrГі un sable bien afilado y en un arranque de ira, matГі aВ la esposa. DespuГ©s le cortГі la cabeza al vecino, quien vino preocupado aВ causa de los gritos femeninos y, enseguida, atacГі aВ cuatro policГ­as armados. La lucha fue sangrienta. Ashmuratov matГі aВ uno, hiriГі aВ otro, pero los otros agentes del orden lo bajaron aВ balazos.

Ashmuratov cayГі aquГ­, descriptivamente mostrГі el anciano la puerta de entrada y, moviendo el Г­ndice dramГЎticamente, agregГі, que pasГі mucho tiempo para que alguien volviera aВ entrar aВ la casa maldita.

Preguntarle al viejo sordo acerca de la vida del director del cementerio antes de eso, fue inГєtil. Г‰l culpabilizaba de la conmociГіn al espГ­ritu del guerrero salvaje que saliГі de su antigua tumba e incitГі al asesinato. Por esto, todo el cuento del anciano tomaba rasgos fantГЎsticos.

Los archivos del Ministerio del Interior local confirmaron la evidencia de ese hecho trГЎgico. En ese mismo archivo Grigori Averianov leyГі que aВ la pareja de los Ashmuratov le sobreviviГі un hijo de ocho aГ±os, Bakhtliar quien fue entregado aВ un orfanato en Tashkent.

La bГєsqueda del hijo de los Ashmuratov durГі cerca de seis meses. El capitГЎn Averianov encontrГі aВ Bakhtliar, ya de veintiocho aГ±os de edad, en la colonia Tobolskaia, un penal de mГЎxima seguridad. AВ Ashmuratov, recientemente lo habГ­an condenado aВ una segunda sentencia carcelaria por asalto aВ mano armada con lesiones corporales.

El delincuente reiterado, con cuello de toro y bГ­ceps de acero, recibiГі al oficial de la KGB con gesto esperanzador pero, sabiendo que se trataba de los hechos del aГ±o 44, rГЎpidamente se desentendiГі, bajГі la mirada y decayГі su ГЎnimo.

– Jefe, dame un cigarrillo. – hoscamente pidió Bakhtliar, largo tiempo aspiró el cigarrillo y después, mirando al piso, dijo: – Yo recuerdo al tío Simeon. Así lo llamaba mi papá. Cuando él se instaló en la casa, mi mamá enseguida empezó a pelear con mi papá, porque aquel, de Moscú, venía a buscar la Ciudad de los Muertos. —

– La Ciudad de los Muertos? Que es ese lugar? —

– No sabes? Eso es raro. Yo pensé que tú venías por eso. Muchos quisieran ir allá. —

– Para…? —

– No sé. – Bakhtliar miró despreciativamente y calló.

– Ashmuratov, contesta la pregunta. – No se contuvo el oficial. – Que sabes de la Ciudad de los Muertos? —

– Está bien, jefe. Fue mi mamá quien me habló de eso. Muchos siglos atrás, el gran emir Tamerlán atacó a Khorezm. Él vino con su ejército a nuestra tierra varias veces. Khiva siempre mostró una resistencia desesperada, algunas veces hasta pagó rescate pero, de todos modos, fue tomada por los ejércitos de Tamerlán. El kan local y sus hijos habían construido un escondite subterráneo con entradas secretas y se escondió ahí. Tamerlán encontró una entrada y envió allí una escuadra armada. No regresó ninguno de sus soldados. Entonces Tamerlán envió una cantidad triple de sus soldados al subterráneo y no volvió ninguno tampoco. Entonces Tamerlán reunió una cantidad quíntuple de sus soldados de élite y, otra vez, los envió al estrecho túnel. Además, les ofreció, por la cabeza del kan, todos los tesoros que encontraran en el escondite subterráneo. Tamerlán esperó tres días, pero nadie volvió. Entonces, el furioso emir, ordenó liquidar una cantidad diez veces más de ciudadanos que sus soldados desaparecidos. Entonces llenó ese túnel de entrada con arcilla y todas las cabezas de los ejecutados para que nunca nadie pudiera salir de ahí. Desde ese entonces, a esos túneles bajo Khiva, los llaman la Ciudad de los Muertos. —

– Ok. Y entonces? —

– Al kan y a sus hijos no los vieron más nunca. Se dice que murieron en las trampas que ellos mismos ordenaron construir. Mi madre contaba que siempre hubo desesperados que querían hallar los tesoros que escondió el kan. Algunos hicieron aberturas entre el montón de cráneos, otros buscaron diferentes caminos, pero todo aquel que cayó en la Ciudad de los Muertos despareció sin dejar rastro.

– Y el tío Simeon de Moscú, también se dirigió hacia allá? —

– Él dijo que a él no le interesaba ningún tesoro. Él es un gran especialista de huesos y quería comprobar una vieja leyenda. Mi padre le mostró la vieja entrada al subterráneo la cual, Tamerlán, llenó con las cabezas cortadas. Pero este lugar, hace muchos años, lo habían tapiado con cemento, para quitarle la costumbre a todo el mundo de venir a probar suerte. Simeón simuló olvidarse de ese cometido, pero no fue así. Yo estaba pequeño y a mí me gustaba seguirlo. Él estudió todas las construcciones antiguas en la ciudad y, con frecuencia, llevaba instrumentos extraños, pero regresaba sin ellos. Algunas él fue al cementerio con mi papá y preguntaba cosas sobre las tumbas. Una vez fue, quien sabe dónde, y regresó con una caja pequeña metálica. Él estaba muy nervioso. Esa caja estuvo toda la noche en la casa. Yo recuerdo ese día. Esa fue la primera vez que mi papá le pegó a mi mamá. —








Bakhtliar callГі. Averianov le dio un nuevo cigarrillo.

– De qué tamaño era la caja? —

– Ah? La caja? Como una caja para enviar cosas por correo, pero bien hecha. Era como un pequeño ataúd. Con una abrazadera arriba y una presilla por un lado. —

– Él la abrió? —

– No. Enseguida la metió bajo la cama. —

– Que más recuerdas de Simeón? —

– Al día siguiente, tomó la caja y se fue a la ciudad. En la casa había tristeza y yo, por costumbre, me fui tras él. Él se metió en una vieja torre de la fortaleza, yo no quise esconderme y entré también. Pero entonces sucedió algo extrañísimo. En la torre había una sola entrada. Simeón no salió por ahí, pero adentro tampoco estaba. Las paredes peladas, una escalera para subir; subí y llegué a un espacio techado y con almenas, no había nadie! El científico había desaparecido. —

– Pudo haber saltado. —

– Una persona no cabe por las almenas. —

– Y no lo viste más? —

– Claro que lo vi! Simeón volvió pero por otro lugar. En la mañana yo estaba en la casa y en la tarde fui al cementerio, donde mi padre. Yo quería que mis padres se contentaran. Mi papá salió del cementerio de último, cuando me lo llevé a casa. Nosotros ya estábamos cerca de la salida cuando, de repente, Simeón, desde adentro, nos alcanzó. Él estaba sin la caja y todo lleno de tierra, como si hubiera salido de una tumba. Mi padre estaba disgustado y no puso atención a eso, pero Simeón sonrió y dijo que ya había cumplido su asunto y se iría al día siguiente.

– Se fue? —

– Si, al día siguiente. Yo me quedé pensando: “Como llegó al cementerio?”. Desde la ciudad no podía llegar, está en el otro extremo. Yo recordaba la dirección, desde la cual, él llegó a las puertas. Ahí, en una esquina, estaba una cripta abandonada. Yo fui hasta allá, la lápida estaba ladeada, miré el interior y, en vez de un muerto lo que había era un vacío negro. —

– Como que un vacío? —

– Un hueco! El fondo no se veía. Yo creo que era una entrada a la Ciudad de lo Muertos. —

Averianov ladeГі la cabeza para mirar aВ Bakhtliar y, por supuesto, le preguntГі:

– Claro que entraste ahí, no? —

– Al principio me dio miedo entrar, pero al mes fui ahí de nuevo, moví la lápida y miré el foso profundo, parecido a un pozo. No quería bajar solo y se me ocurrió algo. Nosotros teníamos una perra, Zhulia, la cual tirábamos en cualquier lado, pero ella siempre volvía a casa. Yo la bajé a la fosa. Los primeros días ladraba, mirando hacia arriba. No le dí ni agua ni comida así, que tuvo que meterse más adentro. Yo pensé que si ella encontraba otra salida, volvería a casa. Era una perra muy inteligente. Si ella volvía al pozo, yo la hubiera sacado. Y la esperé una semana, pero Zhulia no volvió. —

– Y tú no te arriesgaste? —

– Nooo, jefe. Yo recordaba muy bien los cuentos terribles de mi mamá sobre la Ciudad de los Muertos. – Literalmente, Bakhtliar volvió a los recuerdos de su infancia, pero enseguida se compuso y volvió a ser el duro convicto.

– Me mostrarías ese pozo? —

– Todavía tengo siete años para pasar aquí. – se sonrió Ashmuratov.

– Te ayudaré a salir de aquí si bajas a ese pozo y encuentras la caja metálica que tenía Simeón. —

Bakhtliar se rio nerviosamente.

– No jefe. Yo todavía quiero vivir. Búscate otros pendejos. De la Ciudad de los Muertos nadie ha regresado. —

– Y Simeón? Como lo consiguió él? —

– Pregúntale. —

– Está muerto. —

– De muerte natural? —

– No exactamente. —

– Viste? Los espíritus malos de la Ciudad se vengaron. —

Grigori Averianov se disgustГі.

– No me vengas con esas estupideces de espíritus! Tú lo que tienes es miedo. Muéstrame dónde está ese pozo y yo consigo unos tipos más arrechos que tú! —

– Candidatos a morirse siempre sobran. —

– Entonces, vas a decirme donde está el pozo? —

– Oye jefe, tenemos pocos cigarrillos. —

Averianov sacГі la caja de cigarrillos, ya abierta, y tratГі de entregГЎrsela al convicto.

– Eso es poco. Jefe. —

– Te voy a dar veinte cajas. —

– Y cañita nunca tenemos. El cuerpo lo pide. —

– Dime donde está el pozo y tendrás licor. —

– No me estás engañando? —

– Yo no soy policía. —

– Lo adiviné. Dame un papel. Aquí está la muralla de la ciudad y aquí el viejo cementerio. En la esquina había una cripta, pero en vez de una tumba hay una fosa profunda. Mi padre me dijo que, en tiempos antiguos, así escondían los pozos de los enemigos. Pero yo te digo que ese hueco no se parece a un pozo. Por ahí salió Simeón.




12.– El cadáver en el sillón


Cuando constatГі que era una persona muerta lo que estaba frente al parpadeante televisor, Tikhon Zakolov palideciГі de terror. Г‰l habГ­a olvidado completamente que aВ su espalda estaba la puerta de la entrada principal, la cual Г©l no se habГ­a molestado en revisar.

Y ahГ­, en impermeable y con guantes, muy atento al que habГ­a entrado aВ la habitaciГіn, estaba escondida una persona. Cuando se dio cuenta de que habГ­an descubierto el cadГЎver, se puso el sombrero, tomГі el maletГ­n negro, lleno de papeles y, sin hacer ruido, saliГі de la casa por la puerta principal. En una esquina de la calle, el tipo en impermeable, hallГі un telГ©fono pГєblico, comprobГі que no hubiera gente cerca y marcГі el nГєmero 02В de la policГ­a. Tapando el micrГіfono con un paГ±uelo y hablando atropelladamente, el tipo del impermeable informГі que en la casa del conocido cineasta se escucharon gritos horribles como si hubieran matado aВ alguien y colgГі la bocina.

DespuГ©s de la primera ola de pГЎnico, Zakolov se tranquilizГі y apagГі el televisor. En el centro de la habitaciГіn se formГі un cono de luz sobre el cadГЎver. Tikhon corriГі la cortina de la ventana un poquito. La luz natural que se colГі por la abertura hizo que el cuadro del asesinato no fuera tan dramГЎtico. El joven llamГі aВ la muchacha y la encontrГі en el umbral de la puerta de la habitaciГіn.

– Tamara, llegamos tarde. Aquí mataron a alguien. Ahorita lo verás… respira tranquila, Tamara. – Zakolov tomó a la muchacha pálida. – No te vayas a desmayar. No me gustaría. Aguanta. Es necesario que reconozcas a Kasimov. Después nos iremos. —

Г‰l llevГі aВ la muchacha hacia el sillГіn sosteniГ©ndola por la cintura.

– Es Malik Kasimov? —

Tamara asintiГі nerviosamente, se pegГі aВ Zakolov y, con voz temblorosa, preguntГі:

– Que pasó aquí? —

Tikhon suspirГі fuertemente.

– Yo creo que todo fue muy sencillo. A Kasimov lo levantaron de la cama en el medio de la noche. Lo amarraron del sillón y empezaron a torturarlo. La tortura no fue sutil. Le ponen una bolsa en la cabeza, esperan que se empiece a ahogar, se la quitan. Y, de nuevo, le hacen la pregunta. Actuaron calculadamente y a sangre fría. Observa, lo trajeron desde el dormitorio a esta oficina. Esta habitación está en el centro de la casa y aquí hay una sola ventana. Para que no se escuchara nada, cerraron las cortinas y encendieron el televisor. – Zakolov hizo un recorrido con la vista de la habitación revuelta. – Ellos buscaban algo, y él no quiso entregarlo. Kasimov tendría dinero? —

– Poco probable. —

– Y yo lo creo. Juzgando por el papelero regado, los asesinos no buscaban cosas valiosas, sino documentos. —

– Asesinos? Eran varios? —

– Por lo menos, dos. —

– Explícate. —

Tikhon mirГі con asombro aВ Tamara, la cual, minutos antes, temblaba de miedo. Ahora, se desentendiГі del cadГЎver y, con curiosidad, examinaba la habitaciГіn. Una verdadera periodista. Nada que decir.

– Dos. Porque, mientras uno lo sostenía, el otro lo amarraba. Mira, el rostro de la víctima no tiene golpes. El pijama no está roto. Inclusive todos los botones están en su sitio. Si hubiera actuado uno solo, tendría que haberlo ahorcado o golpearlo fuertemente antes de atarlo.

– Que documentos buscarían? —

– Se me ocurre que ellos están interesados en lo mismo que nosotros. —

– Por qué crees eso? —

– Ayer alguien, fuera de la ventana, nos escuchó. Nosotros dijimos que hoy vendríamos donde Kasimov. Y decidieron adelantársenos. —

– Que mala suerte! Llegamos tarde! —

– Tú lo sientes porque mataron a una persona o porque se perdieron unos documentos? —

– Que clase de pregunta idiota es esa? —

– Solo quiero entenderte mejor. —

– Yo necesito saber dónde está el cráneo de Tamerlán! —

– Gracias por la sinceridad. —

– Te gustan las palabritas, no? Los asesinos pudieron haber venido después de nosotros. Y torturar, y matar. —

– Eso es lógico. A propósito, te puedes quedar tranquila. Los asesinos no consiguieron la información. —

– Por qué estás tan seguro? – Una alicaída Tamara se alegró y miró, esperanzada, a los ojos de Zakolov.

– A Malik Kasimov lo torturaron hasta nuestra llegada. Significa que él no dijo nada a los asesinos. Y él no murió asfixiado. —

– Y de que murió entonces? Tiene una bolsa en la cabeza. —

– Antes de morir asfixiada, la persona pierde el conocimiento. Los ojos y la boca estarían cerrados. Kasimov murió instantáneamente. Mira la mancha oscura en el lado izquierdo del pecho. Le dieron una cuchillada directamente en el corazón. Yo traté de sentirle el pulso en el cuello. La piel todavía estaba tibia. Los asesinos oyeron nuestros timbrazos, le cortaron el sonido al televisor y le pusieron la bolsa de plástico a Kasimov. Cuando vieron que de todas maneras entramos, para mayor seguridad lo acuchillaron y se fueron por el jardín. Por cierto, yo escuché sus pasos. – Tikhon reflexionó y recordó algo. Con decepción se mordió los labios y dijo: – Espera…, yo escuché los pasos de una sola persona. —

Se volteГі y abriГі la puerta del pequeГ±o zaguГЎn. La puerta de entrada aВ la casa estaba abierta.

– Como no se me ocurrió revisar toda la habitación! Ellos se fueron por caminos diferentes. Y uno de ellos se quedó hasta el final observándonos. Él vio cuando pasamos al jardín. Esperó para ver si entrábamos a la casa. Para ver si encontrábamos el cadáver. Si es así, – Zakolov pasó su mano por la frente. – Si es así, debemos salir de aquí lo más rápido posible. —

– Espera. Debemos averiguar dónde está el cráneo de Tamerlán. – Tamara estaba arrodillada revolviendo y buscando entre las fotografías.

– No toques nada! No hay que dejar huellas digitales! —

– Ya yo estuve aquí. Kasimov me mostró las fotografías. – la joven movió los hombros, indiferente. – Él sugirió que conoce el camino al secreto. —

– Como que sugirió? —

– No dijo nada concreto. Pero en los ojos se le vio seguridad. —

– Temo que tenemos poco tiempo. —

– Claro. Hay que ponerse a buscar. —

Zakolov quiso insistir, pero tuvo dudas. Veinte minutos antes, él invadió la propiedad y después se metió en la casa, sin invitación. La muchacha está buscando y no la molesta el cadáver presente, y él…

Zakolov paseГі la vista por la habitaciГіn. Buscar en el desorden de los papeles no tiene sentido, pasarГ­an horas. Entre los libros notГі aВ los autores Conan Doyle, Agatha Christie y George Simenon. Quiere decir que al difunto cineasta le interesaban los policiales clГЎsicos. Y alguno de los grandes autores escribiГі: la mejor manera de esconder algo, es ponerlo en el sitio mГЎs visible. Vamos aВ partir de eso. Que es lo primero que salta aВ la vista cuando se entra en la habitaciГіn?

Tikhon se fue hacia el umbral.

– Te vas? – irónica, preguntó Kushnir y siguió buscando entre los papeles, de manera desordenada.

– No molestes. Tienes algo que hacer, hazlo. —

De nuevo, Zakolov revisГі con la vista el desordenado despacho del cineasta. AdemГЎs del gran escritorio y el armario para libros, donde se concentraron los asesinos, aВ la vista se manifestaba la pared, llena de fotografГ­as. HabГ­a fotos interesantes del trabajo de Kasimov asГ­ como fotografГ­as del cineasta con amigos y colegas.

Tikhon se paseГі aВ lo largo de la pared mirando los paisajes, los monumentos arquitectГіnicos y los rostros de las personas. HabГ­a una treintena de fotografГ­as. En algunas se veГ­an construcciones de la edad media. Es posible que, entre ellas, el cineasta hubiera colocado el sitio concreto donde estaba el crГЎneo de TamerlГЎn. Pero Kasimov habГ­a dicho que Г©l no sabГ­a dГіnde estaba el sitio, y eso seguramente era verdad. Г‰l tambiГ©n mencionГі aВ la gente de la KGB y al arqueГіlogo. Ellos estГЎn directamente relacionados con el secreto. En las fotografГ­as habГ­a militares, pero esas eran del tiempo de la Gran Guerra Patria. TambiГ©n habГ­a fotos de grupos de arqueГіlogos. Se les podГ­a reconocer por la ropa polvorienta, las barbas, el tipo de sombreros y la piel tostada por elВ sol.

CuГЎl era la fotografГ­a importante? Donde estaba la pista?

Zakolov volviГі la espalda aВ la pared y mirГі los ojos muertos de Kasimov. HacГ­a media hora esta persona estaba viva. Pero lo que era asombroso es que en el instante antes de morir Г©l no miraba al asesino! El que sostenГ­a la bolsa plГЎstica estaba aВ su espalda y el que lo acuchillГі estaba de frente oВ aВ su izquierda. La cabeza estaba, claramente, ladeada aВ su derecha y miraba las fotografГ­as en la pared!

Tikhon tratГі de determinar la direcciГіn exacta de la mirada. Se empezГі aВ mover aВ lo largo y aВ espaldas de la pared, agachГЎndose oВ estirГЎndose, mientras no sintiГі los ojos muertos dirigidos directamente aВ sus ojos. Tratando de no mover la cabeza, mientras estaba semiagachado, se volteГі. Su nariz apuntaba aВ una extraГ±a fotografГ­a.

Era la foto de Malik Kasimov en algГєn museo de pintura frente aВ un cuadro abstracto. El cineasta tenГ­a un libro en su mano y miraba ese cuadro. En Г©l estaban representados diferentes figuras geomГ©tricas y puntos. Las figuras formaban un patrГіn incomprensible. El cuadro no recordaba ningГєn trabajo conocido de los abstraccionistas.

Alguna nueva direcciГіn en el arte contemporГЎneo, simbolismo oВ geometrismo, pensГі Tikhon. Solo, que hace aquГ­ esa fotografГ­a ordinaria?

Zakolov se volteГі para preguntarle aВ Kushnir sobre la fotografГ­a. Entre ellos habГ­a una banda de luz solar desde la ventana. Г‰l pronunciГі el nombre de la muchacha al mismo tiempo que vio pasar una sombra por la zona iluminada. Hay alguien en el patio. Los asesinos? Solo eso faltaba!

Tikhon le hizo seГ±as de silencio aВ la muchacha y de no levantarse y, sin hacer ruido, se dirigiГі aВ la puerta trasera. Cuando vio hacia afuera, se dio cuenta de que la situaciГіn nueva era peor que el regreso de los asesinos. Desde afuera se acercaba un policГ­a. El funcionario caminaba agachado pero habГ­a olvidado la gorra alta que se movГ­a en la parte baja de la ventana como una decoraciГіn en un teatro de marionetas.

Salir al patio por la puerta de atrГЎs, no era posible.

Zakolov tomГі la mano de la muchacha y se dirigiГі hacia la puerta principal. Tamara agarrГі la paca de fotografГ­as. Llegaron rГЎpido al zaguГЎn cuando notaron, con pГЎnico, que la puerta principal se abrГ­a lentamente. La policГ­a, sorpresivamente, habГ­a calculado bien esta vez. Los dos caminos de escape, estaban bloqueados.

Zakolov y Kushnir estaban en una trampa junto al cadГЎver del respetado cineasta, el cual, todavГ­a no se habГ­a puesto rГ­gido.




13.– Entrada a la Ciudad de los Muertos


Por el dibujo sencillo que hizo el convicto Bakhtliar Ashmuratov, el capitГЎn de la KGB, Grigori Averianov, encontrГі, aunque no enseguida, en uno de los cementerios de Khiva una antigua y singular tumba sin cadГЎver. Г‰l corriГі la lГЎpida y vio una fosa rectangular oscura. El rayo de luz de la potente linterna se moviГі por las paredes de piedra y apuntГі hacia lo profundo. Con una escalera de cuerdas el capitГЎn bajГі. Abajo en el fondo, en la pared se abrГ­a un estrecho agujero, aВ travГ©s del cual la luz de la linterna se ahogaba en la impenetrable oscuridad.

Averianov retrocediГі ante el agujero y se limpiГі el sudor frГ­o con su mano temblorosa. Un olvidado hecho que le causГі terror en la infancia se instalГі de nuevo en su cerebro y le aprisionГі los hombros. Estando de visita donde los abuelos, el pequeГ±o Grigori se quedГі encerrado en un sГіtano oscuro. Solo estuvo preso en la hГєmeda mazmorra dos horas pero aВ Г©l le pareciГі que habГ­a pasado toda una semana. No importa cuanto lo tranquilizaron despuГ©s, esa fobia infantil, quedarse encerrado bajo tierra y sin luz, se instalГі para siempre en la conciencia de Grigori Averianov. Г‰l se avergonzaba de eso, pero no podГ­a hacer nada, el terror era mГЎs fuerte.

El capitГЎn subiГі de nuevo aВ la superficie y tapГі la tumba. Lo mГЎs importante es que Г©l habГ­a encontrado una entrada aВ la misteriosa Ciudad de los Muertos. Ahora Г©l podrГ­a encomendar el trabajo aВ los especialistas. Y con eso se tranquilizГі.

AВ la semana siguiente, un arqueГіlogo experimentado bajГі al subterrГЎneo. Los ojos de este brillaron de Г©xtasis anticipando descubrimientos importantes. El capitГЎn solo necesitaba la caja de metal en forma de urna. Г‰l estaba listo para conceder el honor del descubridor al cientГ­fico.

Grigori Averianov esperГі al arqueГіlogo 24В horas seguidas. DespuГ©s tres largos dГ­as. Г‰l temГ­a, alejГЎndose de la tumba, no estar presente cuando regresara el cientГ­fico con ese hallazgo valioso para el estado. Pero pasГі una semana completa y no apareciГі nadie desde el foso.

Siguiendo la opiniГіn generalizada de que, para el estudio de los subterrГЎneos era absolutamente necesario un especialista en cuevas, Averianov se trajo aВ la Ciudad de los Muertos aВ otro arqueГіlogo junto con un espeleГіlogo. El capitГЎn esperГі en la cripta, mirando constantemente el reloj. Al principio habГ­an acordado ocho horas para regresar, pero estas pasaron y nadie apareciГі. El minutero dio todavГ­a igual cantidad de vueltas y no hubo ni un sonido desde el subterrГЎneo. Pasaron tres dГ­as y ya fue claro que los cientГ­ficos tambiГ©n desaparecieron.

Averianov recordaba las horribles historias que oyГі sobre la Ciudad de los Muertos y preparГі la siguiente expediciГіn muy cuidadosamente. El capitГЎn hallГі al mejor escalador, aВ un experimentado espeleГіlogo y aВ un alpinista, vencedor de varias montaГ±as de siete mil metros. Para su protecciГіn le fueron asignados dos miembros armados de las fuerzas especiales de la KGB. En calidad de especialista de conservaciГіn de antigГјedades, Averianov escogiГі aВ un joven arqueГіlogo. AВ esa expediciГіn se le suministro los aparatos de radio mГЎs modernos. El grupo fue unido con una cuerda de nylon, uno de cuyos extremos se quedГі en la superficie.

La expediciГіn, la cual constaba de seis personas bajГі aВ lo desconocido al amanecer. Averianov notГі que el escalador y el alpinista se persignaron. Averianov, comunista Г©l, lo hubiera hecho tambiГ©n si eso hubiera ayudado al Г©xito de la empresa. Los primeros minutos se escuchaban las voces alegres, despuГ©s se cortГі la conexiГіn de radio. Pero esto era de esperarse ya que el espesor de tierra entre ellos era grande. Averianov contaba con el restablecimiento de la seГ±al si, de repente, la expediciГіn salГ­a aВ la superficie en otro lugar.

Grigori Averianov controlaba el movimiento del grupo con la cuerda de nylon. La gruesa bobina giraba tranquilamente, eso querГ­a decir que la expediciГіn avanzaba en la profundidad. Cada quince minutos habГ­a dos tirones de la cuerda, entonces todo iba como planeado, sin accidentes.

Pero despuГ©s del quinto lapso de un cuarto de hora correspondiente, hubo tres fuertes tirones de la cuerda. Peligro! Entonces la bobina girГі mГЎs rГЎpido y de nuevo, tres tirones! Y el capitГЎn sintiГі que la cuerda se aflojГі, que ya no tenГ­a tensiГіn. SerГ­a que estaban regresando?

Г‰l recogiГі algunos metros de la cuerda y entonces halГі con fuerza. Esto era una pregunta: Todo estГЎ bien? En lugar de respuesta la cuerda cayГі al piso sin fuerza. El capitГЎn halГі otra vez y no hubo ninguna resistencia. Entonces, de una manera desesperada, empezГі aВ halar y halar hasta que apareciГі la punta ennegrecida de la delgada cuerda.

Después de la desaparición de los miembros de las fuerzas especiales, la alta jefatura de la KGB llamó la atención de lo desordenado del comportamiento del capitán Averianov. Por añadidura, en Uzbekistan corrieron los rumores de que la KGB resuelve el problema de los ciudadanos “incómodos” con secretas cárceles subterráneas. El detallado informe de Averianov sobre las no exitosas expediciones no satisfizo a las autoridades de la KGB. Era difícil creer en la desaparición de nueve personas sin dejar rastros. En cualquier caso dieron la orden de buscar a los desaparecidos en todo el país; lo cual no dio resultado. A Grigori Averianov le prohibieron ir a Asia Media durante varios años, a pesar de sus argumentos sobre la importancia para el país de seguir buscando el cráneo del poderoso Tamerlán. En esos años ya Khrushchev no gobernaba la Unión Soviética y los nuevos gobernantes creían más en la fuerza de las cabezas termonucleares que en la de huesos antiguos.

“Para nosotros es suficiente el poder de los difuntos en la Plaza Roja, – bromeó el alto miembro del Comité Central del PCUS en una conversación con el director de la KGB. – Stalin y Lenin protegen al Kremlin de cualquier peligro.”

El director de la KGB no discutiГі. Pero como buen pragmГЎtico pensГі que, reprimir al pueblo dentro del paГ­s, es un tipo de fuerza; y conquistar paГ­ses extranjeros es, absolutamente, otro. Tras largos aГ±os de servicio en la seguridad del estado, se habГ­a encontrado con hechos tan improbables que no descartaba nada mГ­stico. Cualquier milagro debГ­a servir al paГ­s, por eso, el director de la KGB emitiГі una orden secreta y fue enviada en un sobre especial aВ la secciГіn de la KGB en Samarkanda.

Antes del envГ­o, eliminГі la prohibiciГіn aВ Grigori Averianov:

– Como muestra de respeto hacia tu padre te nombro coordinador de este asunto. En cuanto nuestra paloma mensajera llegue a su nido, tú serás notificado. Espera y ármate de paciencia. —

La espera de Grigori Grigorievich Averianov se estirГі largos aГ±os.




14.– Escape de la trampa


Tikhon tomГі aВ la muchacha por el codo, mirando hacia la puerta que se estaba abriendo. Ahorita los encuentran en el lugar del crimen y entonces los arrestarГЎn. Demostrar su no participaciГіn en el horrendo crimen del cineasta va aВ ser difГ­cil, sino imposible. Correr hacia el jardГ­n no tiene sentido, allГЎ tambiГ©n hay un policГ­a. Y si se meten al dormitorio y salen por la ventana? El ruido va aВ ser inevitable. Te van aВ agarrar al tratar de salir por ella. No, por ahГ­ no podemos escapar.

La puerta se estГЎ abriendo, un instante mГЎs y ellos caerГЎn en las manos de los funcionarios armados, como pajaritos.

Y entonces Zakolov tuvo una idea. Le susurra aВ Tamara:

– Ponte de espaldas a la puerta y quédate quieta hasta que yo te llame.-

No quedaba tiempo para mГЎs explicaciones. Tikhon expuso el cuerpo de la muchacha frente aВ la puerta y Г©l se escondiГі tras el batiente que se abrГ­a. Este ya estaba perpendicular aВ la salida cuando el policГ­a, viendo aВ Tamara, ordenГі:

– Detente, no te muevas! —

El funcionario dio un paso adelante. Zakolov esperaba justamente eso. HalГі suavemente la pesada puerta, para que pareciera que fuera por inercia y entonces la devolviГі violentamente. La puerta vibrГі por el fuerte golpe contra la frente del policГ­a. Este cayГі noqueado. La pistola rodГі por el suelo y se detuvo aВ los pies de la muchacha. Tikhon tomГі aВ la desconcertada muchacha la empujГі hacia la puerta y pasaron ambos sobre el policГ­a desmayado.

Tamara se dirigiГі aВ la reja abierta que conducГ­a aВ la calle. Tikhon le quitГі las fotografГ­as que ella tenГ­a en sus manos y las tirГі al suelo, la tomГі por el talle y se dirigiГі hacia un ГЎngulo de la casa.

– No hay que apurarse hacia la calle. Pensemos lógicamente, -le susurró llevándosela hacia el jardín. – Ahora el segundo policía viene ayudar al otro y cuando vean el papelero ahí tirado ante la salida, van a correr hacia la calle. Mientras tanto nosotros nos vamos por el jardín. —

Y asГ­ resultГі. Los dos policГ­as, maldiciendo, atravesaron la reja de salida. Los dos jГіvenes saltaron tranquilamente la valla trasera y, sin ser molestados, salieron aВ la calle paralela.

Cuando llegaron al apartamento de Kushnir, Tikhon, apartando toda galanterГ­a, interrogГі aВ la chica:

– Tamara, es hora de hablar seriamente. Alguna cosa no me has dicho. Quien son los otros que buscan lo mismo que nosotros? —

– Ya te lo dije. Es la KGB. Después del artículo interrogaron a todos. Y hasta me siguieron! —

– Hasta ayer yo también pensaba eso. Pero la seguridad del estado no actúa así. Ellos, simplemente, hubieran arrestado a Kasimov, hubieran utilizado sus métodos acostumbrados y si había que desaparecer a alguien hubieran montado el teatro de un desgraciado accidente. Esto fue el trabajo de unos malandros crueles. —

– Y si alguien de la KGB actúa, sin órdenes, por su propia cuenta? —

– No. A Kasimov no lo visitaron ellos. Por lo que se ve, estos tipos son malos, pero no profesionales y no del sistema. Quien más puede saber acerca del secreto relacionado con el cráneo de Tamerlán? A quien más le contó esta historia el cineasta? —

– A más nadie. Yo fui la primera. Recuerda, yo fui donde él para entrevistarlo acerca de la guerra. Pero ese increíble secreto ya lo estaba quemando. De tal manera que lo dijo y se sintió más aliviado. —

– Ya lo dijo Sócrates, es más fácil para una persona mantener una aguja caliente en la lengua que guardar un secreto. —

– Sí. Y tú, por lo que veo, eres leído. Citas a Shakespeare y a Sócrates. Menos mal que estudias tecnología. —

– La educación técnica es más amplia que la humanitaria. —

– Y eso por qué? —

– Porque un físico o matemático instruido puede dominar todo lo que sabe cualquier periodista. En cambio tú, no sabes por qué se prende un bombillo, por qué trabaja un televisor o por qué vuelan los aviones. —

– Que? Pregúntame… —

– Bueno, por qué vuelan los aviones? Uno grande, pesado. —

– Porque tiene alas, como las aves. —

– El avión no mueve las alas.. —

– No molestes! —

– Te das cuenta?… Ok. Nos distrajimos. Zakolov se secó las cejas y, de nuevo, se dirigió a la muchacha: – Dijiste que todos los ejemplares del periódico con el artículo fueron recogidos. Todos salvo el que tú escondiste. Es así? —

– El jefe de redacción, que destituyeron, también guardó uno. —

– Quien es él? —

– Un tipo normal. David Bakhtangovich. Veinte años en el periodismo. Excelente periodista, si quieres saber! No tuvieron clemencia. Lo botaron sin derecho a trabajar en otros medios de comunicación. Te imaginas? —

– Me imagino lo indignante. —

– Y como! Es georgiano, llevan el orgullo en la sangre. Lo botaron como a cualquier zagaletón. —

– Oye, un georgiano en la capital de Uzbekistán? —

– Epa, tecnólogo, límpiate los ojos, estamos en el siglo veinte! Tashkent siempre fue una ciudad internacional. Y después del terremoto del 66, todo el país vino a ayudar. Yo soy judía, él es georgiano y después que lo sacaron, el periódico lo dirige un armenio. A propósito, te voy a decir un hecho interesante. En el mundo hay dos naciones muy antiguas, las cuales no se ubican en su patria histórica. —

– Espera, ya te lo voy a decir. Los hebreos y…. —

– Y los armenios. Esos pueblos nunca conquistaron a nadie, y si pelearon, fue solo por su tierra. A ellos, por lo contrario, los oprimieron y exterminaron, pero los sufrimientos los endurecieron. Los judíos y los armenios están dispersos por todo el mundo, se les puede encontrar en cualquier país, en cualquier continente. Por todo eso, ellos no olvidan sus raíces históricas y se enorgullecen de su nacionalidad. —

– Enorgullecerse de su nacionalidad es lo mismo que enorgullecerse porque naciste un martes y no un miércoles. La persona debe enorgullecerse por sus propios logros. —

– Si eres obstinado!. Zakolov, olvídate un poco de tu lógica lineal. Hay valores supremos. —

– Si los hay. No lo discuto. Son las cumbres en la ciencia y el arte que alcanzó la humanidad. Y en eso no es importante la nacionalidad de esos gigantes del razonamiento cuyos frutos utilizamos. —

– Como sea. Para mí no es igual. —

– Bueno. Otra vez nos desviamos del asunto. Volvamos al redactor. Que crees tú? A este David Bakhtangovich también se le puede ocurrir ponerse a buscar el cráneo de Tamerlán? —

Tamara arrugó la frente y ponderó la pregunta. Zakolov continuó: – Quizás él también quiere hacer justicia y conservar su trabajo. —

– Yo hablé con él. Bromea, se mantiene alegre, pero se ve que no está bien. Sin embargo, como decirte? Él es un trabajador de oficina, acostumbrado a lidiar con papeles y una aventura real no puede imaginarla. —

– Eso depende de cuál es el objetivo. En cualquier situación mucho se resuelve con la motivación. Nuestros adversarios ya mataron a alguien, eso significa que nos metimos en algo muy serio. Tú te atreverías a matar a alguien solo para que te devuelvan tu trabajo? —

– No. Pero yo soy una mujer. —

– O sea, para esos trabajos sucios existen los hombres? Caballeros andantes como yo? —

– Zakolov, deja de hacerte el payaso! Mejor dime que hacemos ahora. Ya no está Kasimov, botaste las fotografías que tenía en mis manos, y ahí estaban el mausoleo y mezquitas de la época de Tamerlán. Es posible que Kasimov fotografiara estos sitios con alguna intención. —

– Yo me imagino que tú conoces esos lugares muy bien. —

– Claro. —

– Significa que nosotros no necesitamos las fotografías. O en una habría alguna nota y tú olvidaste en cual. —

– Cual nota? —

“– Aquí, bajo estas piedras está el cráneo de Tamerlán. —”

– Muy chistoso. —

– Para que queremos fotografías sin notas? —

Tamara se entristeció. Tikhon se puso pensativo, bajó la cabeza, cruzó sus dedos. Sus labios pronunciaron suavemente: “sin notas, sin notas.”. Y de repente reaccionó:

– En el despacho de Kasimov vi una foto curiosa! Y creo que ahí hay una nota.

– Por qué no lo dijiste? Dónde? Cual foto? —

– En la pared. Recuerdas la pared que tenía aquel montón de fotos? —

– Sí. —

– En una de ellas está Kasimov, en algún museo, mirando un cuadro extraño.

– Y? Que nota viste ahí? —

– En el cuadro hay un dibujo raro con símbolos. Podría ser un mensaje cifrado. —

– Es arte abstracto, Zakolov! Los pintores no se ponen con esas cosas. —

– Es posible. Pero no te dije lo más importante. En el momento de morir, Kasimov no miraba a cualquier lado sino justamente hacia esa foto —

– Tú crees que eso es importante? —

– Claro! Él estaba mirando aquello, por lo cual moría! —

– Y que había ahí? —

– Tengo que recordar el dibujo. —

Zakolov saltГі, tomГі una hoja de papel y se concentrГі en dibujar sГ­mbolos. Tamara miraba por encima del hombro. Tikhon dibujaba sГ­mbolos angulosos, borraba algunos, dibujaba de nuevo, se quedaba pensando y de desesperaciГіn mordiГі el lГЎpiz. DespuГ©s tirГі el papel, rompiГі el lГЎpiz y apretГі el puГ±o.

– No puedo recordar con exactitud! En el cuadro también había puntos. Que probablemente significaban algo también. Lástima que no agarré la foto. Y volver a esa casa no es posible. La policía estará trabajando en las evidencias.-

– Espera. – Tamara apretó el hombro de Tikhon. – Cuando lo entrevisté yo le pedí a Kasimov fotografiarlo para el periódico. Al principio se negó, pero después se paró al lado de esa pared, me dio instrucciones y el mismo estableció la luz. Tomé la foto, pero en el periódico no la colocaron en el artículo. —

– La tienes todavía? —

– Sí. Ayer quería mostrártela. Ya va. – La muchacha abrió un cajón, sacó la foto y se la dio a Zakolov. – Mira, él está al lado de ese cuadro!




15.– La última fotografía de Kasimov


Con agitaciГіn, Tikhon tomГі la pequeГ±a foto y la mirГі con atenciГіn. Era incГіmodo observar el rostro vivo de alguien recientemente asesinado. Malik Kasimov miraba el objetivo como desafiando al observador y preguntГЎndole: Yo soy una persona meritoria y tГє, quiГ©n eres? La sombra que habГ­a aВ la derecha no dejaba ver las fotografГ­as de ese lado de la pared, pero aВ la izquierda se veГ­a claramente la foto que interesaba aВ Zakolov.

Tikhon acercГі la fotografГ­a aВ sus ojos, tratando de distinguir los sГ­mbolos en el cuadro.

– Tú no conoces el autor de esa pintura? – preguntó a la muchacha.

– No. No parece de la escuela europea y menos, oriental. Por lo menos en ningún museo de Tashkent está. Eso te lo aseguro. —

– Me imagino que en otros museos tampoco. Es posible que eso sea un fotomontaje. Kasimov era un profesional. —

– Y que te dice todo eso? —

– Si fue él mismo que escogió eso para tratar de decir algo, y en el contexto de la conversación sobre Tamerlán entonces… —

Entonces sonГі el timbre del apartamento. Zakolov y Kushnir intercambiaron miradas preocupadas.

– La policía no puede involucrarnos tan rápido. – Tikhon trató de tranquilizar a Tamara, pero para sus adentros, pensó: “A menos que se lo hayan dicho nuestros misteriosos adversarios”.

Un nuevo timbrazo insistente puso aВ temblar aВ la muchacha. Zakolov tomГі sus manos, calculando las posibles variantes. Los habrГ­an visto en la casa de Kasimov oВ no? Dejaron huellas oВ no? Debimos habernos cambiado de ropa enseguida.

Enseguida despuГ©s del tercer timbrazo se oyГі la voz impaciente de Evtushenko:

– Tikhon, Tamara, soy yo, Sasha! —

– Como lo olvidé! – Zakolov se golpeó la frente y fue a abrir la puerta.

– No molesto? – sonriendo irónicamente, Evtushenko entró al apartamento.

Involuntariamente, Tamara se arreglГі el cabello.

– Donde estuviste? – Preguntó Tikhon, sin hacerle caso a la indirecta. – Si yo te contara! —

– Me fui a ver Tashkent. Somos turistas, no? Y ya que ustedes no me llevaron… —

– Pero no sirvió de nada. Si hubieras ido a la casa del cineasta y hubieras vigilado mientras estábamos adentro, muchas cosas serían más claras. —

– En la noche se va el tren. Lo recuerdas, no? —

– La noche es la noche. Ahorita es el día. – Gruñó Tikhon y, de nuevo, se dedicó a mirar la fotografía.

– Que es eso? – Se interesó Alexander. – Kasimov? —

– A mí no me interesa él, sino el cuadro. Pero la foto es muy pequeña. – Hay unos dígitos, pero son difíciles de ver. —

– Dígitos? – se extrañó Evtushenko. – Estamos jugando a los espías? —

– Por ahora, a los arqueólogos. Pero es un juego muy peligroso. Ya hoy mataron a una persona. —

– Kasimov. – dijo Evtushenko.

– Como lo sabes? Ya hablan de eso por ahí? – Se preocupó Tamara.

– Se me ocurrió, porque ustedes fueron para allá. —

– Tienes razón. Unas bestias lo mataron justo antes de nuestra llegada. En su casa encontramos solamente el cadáver. —

– La policía casi nos agarra! – dejó escapar Tamara. – Apenas pudimos salir.

– Vaya, vaya! Buen comienzo. —

– Así es. No pudimos hablar con Kasimov. Mira, él es quien está en la foto. Eso fue hace tres semanas, él estaba bien y sano. Esta, probablemente, es su última fotografía. – Decepcionado, Tikhon apartó la foto.

– Si es muy pequeña, entonces no hay sino que agrandarla. – propuso Alexander.

– Claro! Tamara, todavía tienes el negativo? Dónde está? —

– No fui yo quien la imprimió, sino nuestro fotógrafo de la redacción. Ni siquiera tengo el equipo de impresión. —

– Él te devolvió el negativo? —

– No. Para que yo lo querría. Él se quedó con el rollo. —

– Puedes llamarlo por telefono? Es necesario hacer ese agrandamiento inmediatamente. —

– Voy a llamarlo. Vamos a ver si está en casa. —

– Trabaja en su casa? —

– Román Kireev no es un trabajador fijo del periódico, es contratado, como yo. —

– Espera, voy a ver si no nos están escuchando otra vez. – Zakolov se asomó a la ventana y constató que el patio estaba vacío, entonces le dijo: – Puedes telefonearle. —

Tamara Kushnir marcГі el nГєmero, le respondieron, coqueteГі unos minutos con el interlocutor y, de repente, gritГі:

– Román tiene los negativos! Que de qué tamaño quieres la foto? —

– Él vive lejos? —

– No mucho. —

– Dile que vamos para allá. Yo le mostraré. —

RГЎpidamente, Tamara se puso de acuerdo con RomГЎn y colgГі la bocina. En sus ojos habГ­a chispazos de pasiГіn cazadora:

– Tú crees que estamos en la dirección correcta? —

– Puede ser. —

– Román nos espera.

– Vamos! —

La muchacha se preocupГі:

– El policía me vio en la casa de Kasimov. De repente me reconocen. —

– No te preocupes. El policía notó a una muchacha desconocida, la vio de espaldas y, apenas, un segundo. En este caso que mira un tipo? —

– El peinado? – dudó Tamara.

– Y tú, qué opinas Alexander?

– El trasero. – sonriendo, agregó Evtushenko.

– Eso está más cerca de la realidad. En ese momento no tuvo tiempo de ver más arriba de la cintura. Y ahora, nuestro problema es dirigir nuestra atención a otra cosa. Tienes una mini-falda? – preguntó Tikhon a la muchacha. Tamara asintió. – Entonces póntela. Mientras más corta, mejor. No olvides unos zapatos acorde con la mini. Y hazte una cola de caballo con una cinta bien llamativa.

Tamara se dirigiГі aВ la habitaciГіn pero Tikhon la detuvo en la puerta y le dijo que se volteara.

– Sasha, imagínate que eres un policía. Mírala y trata de recordarla ahorita enseguida. —

Cuando Tamara volviГі, en tacones altas y mini-falda de tela de jeans, con una blusa clara suelta y con su cabello recogido en cola de caballo, Zakolov le propuso que posara como en pasarela.

– No se reconoce. Es otra chica. – Evtushenko se entusiasmó.

“Y muy bella”, – quiso agregar Tikhon, apreciando, de nuevo, sus largas piernas y su talle esbelto.

En el piso de arriba del apartamento de Tamara Kushnir un tipo, en impermeable beige, habГ­a interceptado la conversaciГіn telefГіnica. Entonces bajГі al patio y saliГі aВ la calle y, desde un telГ©fono pГєblico se comunicГі:

– Ellos van a casa de un fotógrafo de nombre Román. Van a agrandar la fotografía de Kasimov. —

– La dirección del fotógrafo? —

– Ahorita la rastreo. —

– Me la comunicas enseguida y prepárate para la acción. —

– Yo soy un boy scout, siempre listo! —




16.– Doble visita al fotógrafo


La puerta del apartamento del fotГіgrafo en el sГ©ptimo piso se abriГі enseguida despuГ©s del primer toque de timbre. Al muchacho en lentes oscuros, de cabello largo y sin afeitar se le congelГі la sonrisa cuando vio aВ Zakolov y entonces recriminГі aВ Tamara:

– A quién trajiste? —

– Eso no te importa, Román. – Tamara empujó al flaco fotógrafo y entró al apartamento.

– Vamos a suponer que no me importa, – asintió pacíficamente Román, dejando pasar a Zakolov. – Pero es mejor cuando la chica viene sola, sin escolta. —

– Pero no donde un mujeriego como tú. —

– Pero Tamara, que te pasa? Yo soy bueno y cariñoso. —

Tamara paseГі su vista por la habitaciГіn oscura por las cortinas cerradas, entonces se volteГі para enfrentar al fotГіgrafo con anteojos de sol y le dijo, sarcГЎsticamente:

– El sol aquí adentro no te deja ver? —

– Gajes del oficio, Tamarita. Ya me acostumbré a la penumbra del laboratorio.

– Mira, te presento a Tikhon. Él estudia con mi hermano. —

– Ahhh. Cohetes y aviones. – Román le hizo un medio saludo a Zakolov pero enseguida se concentró en las largas piernas de la joven. – Tamara, hoy estás estupenda! Ven para tomarte una foto al estilo “seducción”. Siéntate aquí. —

Г‰l le seГ±alГі un divГЎn bajo, con muchos cojines y habГ­a una lГЎmpara sobre un trГ­pode apuntando hacia Г©l. Tamara se acomodГі en el suave divГЎn, cruzГі las piernas de manera que estaban mГЎs expuestas y preguntГі:

– Que tal si la tomas al estilo “new”? Román, tú no me habrás confundido con alguien? O estarás haciendo una colección? – Repentinamente señaló con su dedo las grandes fotografías de mujeres semidesnudas que adornaban las paredes del apartamento. Muchas de ellas fueron tomadas, en esas poses frívolas, en este divancito. Es una galería de tus éxitos artísticos o masculinos? —

– Y unos…, y otros. —

– Como consigues los…… otros? —

– En primer lugar, yo soy un artista. Artista de la fotografía. A las mujeres les gustan. En segundo lugar, yo conozco las leyes elementales de la fisiología. —

– Curioso. —

– El color rojo estimula el deseo sexual. Tú no tienes un vestido rojo encendido que te quede ceñido? —

– Creo que no me lo puedo costear. —

– Lástima. Los tipos cuando lo ven se lanzan. Pruébalo. —

– En la edad madura, sin falta, utilizaré tu consejo. Efectivamente, el organismo macho reacciona fuertemente al rojo. Enseguida se piensa en los toros de las corridas. —

– Te equivocas! Las reacciones fisiológicas no dependen del género. Todo sucede a nivel del subconsciente. —

– Ahora entiendo porque los “rojos” le ganaron a los “blancos” en la guerra civil. Tras ellos iban las mujeres, y ellas son la base de cualquier país. Tú recibes las chicas en bata roja, no? —

– Mira por dónde viene! Todo es más sencillo y natural. Primero yo le tomo la foto, y enseguida voy con ella para imprimirla. En el laboratorio estrecho y tibio, bajo la luz de la lámpara roja, la silueta va apareciendo lentamente en el papel y eso actúa de manera irresistible. La luz roja envuelve, está en todas partes, la chica se baña en ella y después, ella misma, me lleva a la cama. – Román lo dice, orgulloso. – Y entonces, te fotografiamos? —

– Será en otra oportunidad, Román. —

– La belleza es un fenómeno momentáneo y el artista es el llamado para fijarlo para la eternidad. —

– Mira tú, Román es Rafael! O más bien te gusta Ticiano? Aunque él tenía preferencias por formas más exuberantes. —

– Cada época tiene su standard de la belleza femenina. —

– Eso contradice lo que acabas de decir sobre la eternidad. – Zakolov se entrometió en el duelo verbal. – Para que fijar la belleza si medio siglo después no va a parecer tan bello? —

– Tikhon es el representante brillante de una nueva generación: El Logicus Sapiens. – Explicó Tamara.

Pero sus palabras confundieron aГєn mГЎs al fotГіgrafo y sacudiendo su mano dijo:

– De insectos yo no sé nada. —

Para no carcajearse, Kushnir se tapГі la boca con la mano. Zakolov sacГі la fotografГ­a de Kasimov y llevГі la conversaciГіn hacia lo que querГ­an:

– Román, necesitamos agrandar esta fotografía. Entiendo que tú tienes el negativo. —

RomГЎn mirГі la foto y se dirigiГі aВ la muchacha:

– Tamara, te estás metiendo en asuntos malos otra vez. No te bastó con aquello? No, engañas a los inocentes y le traes este pan al pobre artista. —

– Para este pan hay una cola larga y a mí no me gusta hacer cola. —

– Hacer cola es una tontería. Lo importante es hacer la cola apropiada. —

– Ahí te apartan a codazos. —

– Que quisquillosa! —

– Dónde está el negativo? – Tikhon ya no soportó la conversación.

RomГЎn, impotente, moviГі la mano y se rindiГі:

– Yo sabía que no te iba a convencer. Vamos al laboratorio. Ya todo está listo.

Bajo el pomposo título de “Laboratorio” se escondía un cuarto de baño lleno de aparatos fotográficos. Tres persona apenas cabían en el cuartucho oscuro. Román cerró la puerta completamente, se quitó los anteojos de sol y prendió la lámpara roja.

– Este es el cuadro. – Román conectó la ampliadora fotográfica y en el rectángulo apareció Malik Kasimov, con cabello y ojos blancos. – Quieren agrandar toda la foto? —

– No. Solamente esta parte. – Tikhon señaló el cuadro al lado del hombro de Kasimov.

RomГЎn moviГі una ruedecita para hacer subir la ampliadora. Poco aВ poco todo el cuadro estaba ocupado por la borrosa foto de la pared de Kasimov, en la que se veГ­a al cineasta al lado del cuadro extraГ±o. RomГЎn apuntГі el objetivo hacia el lugar indicado entonces apareciГі el lienzo gris con sus sГ­mbolos geomГ©tricos blancos.

– Que son esos signos diabólicos? – murmuró Román.

– Yo pensé que tú podías conocer algo de esa corriente artística. – suspiró Tamara.

– Este no es Rafael. —

– Ya me doy cuenta. —

– Ni siquiera Kandinsky ni Malevich. —

– Imprímela, por favor. – le solicitó Tikhon.

RomГЎn colocГі en el marco papel para fotografГ­a, quitГі, por unos segundos, el filtro del objetivo y lo volviГі aВ poner. El papel fotogrГЎfico bajГі desde el objetivo hasta el recipiente con la soluciГіn.

El fotГіgrafo empujaba, cuidadosamente, el papel hacia el fondo del recipiente con una pinza. Tres pares de ojos observaban, expectantes, como en el blanco papel aparecГ­an segmentos oscuros y puntos negros y poco aВ poco llenaban toda hoja. Un momento mГЎs tarde, RomГЎn sacГі la foto con la pinza, dejГі que goteara el revelador y colocГі el cartoncito en el fijador. Cuando terminГі el proceso, encendiГі laВ luz.

– Listo. Ahora, puedo contar con un agradecimiento? – dijo el fotógrafo y se le acercó a la muchacha hasta llegar a rozarla.

– Gracias Román. Tú eres un verdadero amigo. —

– Y eso es todo? – Román apretó a Tamara.

Tamara saliГі del baГ±o, pero RomГЎn la siguiГі.

Tikhon Zakolov se quedГі solo, observando con atenciГіn la foto hГєmeda. Lo que estaba representado en el cuadro del museo, era un patrГіn de incomprensibles y separados sГ­mbolos. Todos estaban bien diferenciados y Tikhon pudo observarlos en detalle.

El dibujo completo era este:








Pero qué es esto? Ángulos, cuadrados, puntos. Como se puede descifrar? Además, es que esto es un cifrado? Es que son pocos los pintores que sueñan con la grandeza de Malevich cuando este pintó “El cuadrado negro”? Es posible que el siguiente loco infeliz decida ser el fundador de la nueva dirección bajo la divisa: “El Cubismo” a la basura, ahora viene “El Geometrismo”!

Tikhon tratГі de traducir el cuadro al acostumbrado lenguaje de los nГєmeros. 19В puntos, 34В sГ­mbolos, 62В ГЎngulos, 93В segmentos. RГЎpidamente sumo, restГі, multiplicГі esas cifras en diferentes combinaciones. Ninguno de esos resultados le dio una pista para la soluciГіn.

El callejГіn sin salida.

Zakolov dejГі de mirar los signos misteriosos para concentrarse en la figura del cineasta frente al cuadro. Г‰l estГЎ de pie medio volteado hacia el cuadro, pero muy atento aВ la pintura y en su mano tiene un libro grueso. Vas aВ un museo con un libro? Es extraГ±o, aВ menos que sea un catГЎlogo de la exposiciГіn. Tikhon intenta ver la portada del libro. Un dibujo, parte de una palabra. Muy pequeГ±o y nada claro.

SaliГі del cuarto de baГ±o y se dirigiГі aВ RomГЎn, quien estaba tirado en el divГЎn con los infaltables lentes deВ sol:

– Tú no crees que esto puede ser un fotomontaje? —

– Por la copia, no puedes determinarlo. – se sonrió el fotógrafo, aspirando un cigarrillo. – Si yo viera el original, opinaría. E inclusive así, no sería determinante. Kasimov es un profesional de alto nivel. Para él, hacer esa composición es muy fácil! —

– Y puedes hacer otro agrandamiento? Yo quisiera leer el nombre del libro. —

– Para que molestarse? Que Kushnir le pregunte a Kasimov. Por lo que parece, al viejo le gustó ella. Digo, por todo lo que habló. —

– Desgraciadamente, es imposible. – Zakolov lo dijo como evadiendo cualquier pregunta.

– Entiendo. El viejo se disgustó por lo del artículo. Está bien dame acá! – Román agarró la foto, lentamente exhaló dos anillos de humo y exclamó: – Tamara, tu amigo me pide lo imposible! —

– Inténtalo Romancito. Tú eres un maestro. – Coquetona, le pidió la muchacha, se sentó a su lado y le acarició el cabello.

– Solo por ti lo hago. – Se alegró Román, mirando lujuriosamente, las caderas de la muchacha.

– Dale pues. —

El fotГіgrafo saltГі, apagГі la colilla del cigarrillo y llamГі aВ Tikhon:

– Epa, Cohetes y aviones! Ven para mostrarte algo de conocimiento popular.

En el cuarto de baГ±o, RomГЎn colocГі la ampliadora en un extremo de la mesa, cambiГі el objetivo por uno mГЎs poderoso y apuntГі la luz directamente al piso.

– Ahora veremos cuales libros lee el respetado Malik Kasimov. —

Pasados unos minutos Zakolov tenГ­a en sus manos la nueva hГєmeda impresiГіn.

– Bueno, ahí la tienes. Nada del otro mundo. —

Con ansiedad, Tikhon consideró la imagen ampliada. Kasimov agarraba el libro por la parte de arriba. Su mano casi tapaba el título de tres líneas. En la primera línea se veían las dos primeras letras: “DI”, en la segunda, debía haber, en letras pequeñas, una preposición o una contracción, y en la tercera y cuarta líneas se veían las últimas letras: “OMA” y “SO”. Por el tamaño de las letras, en esas tres líneas solo había una palabra por línea.

– Que libro es ese? – Tamara, con curiosidad, se adhirió a Tikhon. Este sentía la respiración húmeda de la muchacha en el cuello.

– Todavía no entiendo. – Tikhon intentaba variantes del título pero no obtenía algo con sentido.

– Alguna idea? —

– Por ejemplo: “DILEMA DEL SARCOMA HUESO”. Es absurdo, no? —

– Claro. Hay otra variante: “DIVERSION EN LA LOMA RISO”. Pero por aquí no hay ninguna colina Riso. —

Y qué te parece: “DICIEMBRE, LA PALOMA PUSO”? – Tamara cambió la expresión risueña, se puso seria y dijo: – No tratemos de adivinar. Vayamos a la biblioteca y miremos las variantes de nombres en las tarjetas ordenadas.

– No es mala idea. Pero te dice algo este dibujo? —

En la parte de abajo de la tapa del libro se veГ­a claramente un dibujo: dos parrillas entrecruzadas, como las que se usan para jugar la vieja. Una parrilla derecha y la otra dibujada con diagonales.

– No. Pero te puedo decir que esa no es una ilustración de una producción artística. Más bien parece un libro científico o uno de rompecabezas. —

– Bueno, tenemos que rompernos la cabeza. —

– Crees que el libro tiene relación con el misterio? —

– El libro no, pero si toda la fotografía. Vamos a la biblioteca, a lo mejor aclaramos algo. —

– Ay, se me había olvidado. Hoy es feriado y las bibliotecas no trabajan. —

La foto se terminГі de secar y Zakolov la uniГі aВ la otra con el cuadro misterioso. Quiso meterlas en el bolsillo pero la mano se detuvo aВ medio camino y apareciГі, en su rostro, una sonrisa de felicidad. Puso las fotografГ­as, una al lado de la otra y moviГі su mirada entre ambas, uniГ©ndolas, partiendo las imГЎgenes entreВ sГ­.

– Me parece que ya entendí de que se trata. —

– Sabes el nombre del libro? —

– Todavía no. Pero estoy seguro de que no es por casualidad que Kasimov tine ese libro en la mano. – Tikhon le dio las fotografías a la muchacha. – Mira la portada del libro y el cuadro. —

– En ambos hay símbolos extraños. —

– No solo extraños. El patrón en el cuadro consiste de elementos del dibujo en la portada! —

– Tú crees? Y los puntos? En el cuadro hay muchos puntos, pero en la portada, no. —

– Claro. Entonces los puntos, probablemente, tienen algún sentido. —

– Déjame ver. – dijo Román. Le dio vueltas a la foto y, con seguridad, afirmó:

– El dibujo en el libro no es tipográfico. Fue hecho a mano. Se nota por la sangría, y las líneas no son regulares. —




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notes


Примечания





1


CC del PCUS: ComitГ© Central del Partido Comunista de la UniГіn SoviГ©tica.




2


Uno de los aeropuertos de MoscГє.




3


El nombre ruso para la 2ВЄ. Guerra Mundial.




4


Komsomol: AsГ­ se llamaba aВ la Juventud del Partido Comunista (PCUS) de la UniГіn de RepГєblicas Socialistas SoviГ©ticas (URSS).




5


Sasha: Apodo familiar, en Rusia, aВ los llamados Alexander.




6


Lubianka: Plaza de MoscГє donde estaba la sede de laВ KGB.




7


Profesor: El mГЎs alto grado acadГ©mico en Rusia.




8


Katiusha: Apelativo de las baterГ­as mГєltiples de misiles creadas en la UniГіn SoviГ©tica.



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